Carta del Director

Entre la decisión de George W. Bush de pasar por alto los procedimientos regulares de las de Naciones Unidas y atacar unilateralmente a Irak, y la aprobación por parte del Consejo de Seguridad de la Resolución 483 sobre la reconstrucción de ese país y el levantamiento de las sanciones -justo en las semanas de preparación de este tercer número de 2003 de Foreign Affairs en Español (FAE)- el mundo ha cambiado considerablemente. La ambición imperial estadounidense, de la cual ya nos advertía John Ikenberry en el ensayo que publicamos en el volumen dos, número tres, se ha hecho evidente.

Vivimos días imperiales. En Irak se puso en práctica por primera vez la nueva estrategia de seguridad nacional de Estados Unidos, que se había dado a conocer en septiembre de 2002. La contención y la disuasión como principios rectores de la seguridad fueron reemplazados por el ataque preventivo, el unilateralismo, coaliciones dictadas por la misión de turno y la redefinición del concepto de soberanía, en la que el Estado paria gobernado por Hussein perdió sus derechos soberanos, porque, según se dijo, estaba alentando la creación de armas de destrucción masiva y cobijaba a terroristas internacionales. Estas acusaciones, a varias semanas ya de la toma de Bagdad, no se han probado y se convirtieron en un oscuro telón de fondo del primer viaje de Bush a Europa y Medio Oriente tras la guerra contra Irak.

En los días imperiales aún es pertinente preguntarse si existe un consenso en Washington sobre cómo instrumentar la nueva doctrina de seguridad. Joseph Nye Jr., en el ensayo que abre este número de FAE, considera que no. Argumenta que el equipo de Bush continúa «profundamente» dividido entre quienes desean escapar a los límites que para ellos representan las instituciones de la segunda posguerra que el mismo Estados Unidos ayudó a crear, y aquellos que consideran que la ONU y otras instituciones como la OTAN siguen siendo un marco adecuado, y una herramienta, para alcanzar sus fines. Y vuelve a refutar los argumentos de quienes consideran que el poder se encuentra en la fuerza de las armas y no en la atracción de las ideas.

Por otra parte, nuestra región ha seguido de cerca cómo México y Chile -miembros no permanentes, de este histórico Consejo de Seguridad de la ONU y los únicos con acuerdos de libre comercio con Estados Unidos (el de Chile acaba de ser firmado) sorprendieron al gobierno de Washington por su insistencia en mantener una política exterior autónoma, oponiéndose a la guerra. Sin embargo, a su vez fueron sorprendidos por un debate en el Consejo de Seguridad en el que tuvieron que tomar posiciones y enfrentarse a su aliado económico. Las autonomías mexicana y chilena se alimentaron de la incapacidad del gobierno de Bush de convencer sobre la necesidad de la guerra (sus motivos nunca fueron claros) y de un público abrumadoramente pacifista en ambos países. Dos artículos de este número hablan sobre el Consejo de Seguridad. En el primero, en exclusiva para FAE, Tony Jenkins analiza la actuación de México y Chile. En el segundo, de Michael Glennon, se pretende explicar el fracaso del proceso que pretendía sujetar el uso de la fuerza al derecho internacional.

En las secciones «La China por conocer» y «Desafíos de Doha a Cancún» se analizan temas coyunturales, con implicaciones directas para América Latina. Nos pareció pertinente agregar una sección completa sobre China, pues se ha convertido en una preocupación casi obsesiva de las élites económicas latinoamericanas. Y, con vistas a la próxima reunión ministerial de la OMC, que se celebrará el próximo septiembre en la ciudad de Cancún, México, ofrecemos un análisis de la Ronda Doha, en el cual Pascal Lamy, comisario de Comercio de la Comisión Europea, John Odell, José María Vera y Roberto Martínez exponen sus puntos de vista en exclusiva para FAE.

Por último, «Otras latitudes» expone un panorama sobre temas de interés para la comunidad internacional: Cuba, mercado petrolero y la expansión de la Unión Europea.

PRIMEROS RESULTADOS DE LA APUESTA DE FAE

El tiraje de Foreign Affairs en Español ha sido certificado en su circulación pagada, cobertura geográfica manifiesta y perfil del lector correspondiente al ejercicio comprendido entre el 1° de enero de 2001  y el 31 de marzo de 2003, por la firma contable de prestigio internacional KPMG. Dicha empresa certificó que 71% del total del tiraje representa nuestra circulación pagada. El resto de los ejemplares se destina a la promoción, y a donativos a bibliotecas e inventario.

Con menos de tres años de vida (nuestro número cero se publicó en diciembre de 2000), FAE se consolida como una de las revistas especializadas con mayor penetración en toda Iberoamérica. En Nueva York, Jim Hoge, el actual director de Foreign Affairs, recordaba recientemente que esa revista había empezado su primer lustro de vida con un tiraje semejante al que hoy tenemos nosotros: 10 000 ejemplares.

Rafael Fernández de Castro