Más Gretas, menos Trumps

18 julio, 2019 • Artículos, Asuntos globales, FEG Anáhuac, Portada • Vistas: 9670

Nuevos liderazgos ambientales en la política internacional

RCN Radio

Mario Duarte Villarello y Fernando Octavio Hernández Sánchez

Julio 2019

Una colaboración de la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac México

Ante la indiferencia de miles de personas, recientemente nos hemos enterado de la extinción del rinoceronte blanco, así como de la inminente desaparición de la vaquita marina y del peligro que enfrentan los grandes polinizadores, como las abejas y murciélagos, sin olvidar el riesgo que enfrentan cientos de especies marinas. No solo nos hemos enterado de esto por los medios de comunicación, pues la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos ha advertido que el planeta está en la antesala de la sexta «extinción masiva de especies». El dato es escalofriante, pues tal reporte señala que «la extinción en marcha es antropogénica» (es decir, provocada por la acción humana) y ello no es un asunto menor: la biodiversidad es una de las bases de la economía mundial y, al perderse, se pone en riesgo el sustento mismo de la civilización, por lo cual nosotros mismos estamos amenazando nuestra continuidad como especie al tiempo que ponemos en riesgo la vida en el planeta.

A finales de 2018, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) reveló que la brecha entre las emisiones de gases de efecto invernadero -que son producto de la actividad económica en general e industrial en particular mediante el uso intensivo de combustibles fósiles- y los esfuerzos mundiales para limitarlos está creciendo, hasta alcanzar un pico histórico de emisiones, lo que se traduce en un incremento inusitado de la temperatura. Es decir, aumenta preocupantemente la disparidad entre el volumen real de emisiones y los niveles deseables para poder contener el calentamiento global y sus efectos catastróficos. Por ello, resulta incuestionable la raíz antropogénica de la pérdida de la biodiversidad y el cambio climático, y no debemos pasar por alto que ambos órganos tienen una autoridad reconocida al estar integrados por científicos de diversos países cuyos informes atraviesan una rigurosísima revisión antes de ser publicados.

Las iniciativas

Tal panorama es desalentador si recordamos que llevamos décadas impulsando iniciativas orientadas a disminuir el deterioro ambiental. Por ejemplo, durante la Cumbre de Río (1992) se acordaron varios instrumentos multilaterales, como el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) y la Convención Marco sobre el Cambio Climático (CMNUCC). El CDB, jurídicamente vinculante, tiene por objetivo la conservación y uso sostenible de la biodiversidad. Gracias a él, países con una gran biodiversidad, como México, han podido impulsar acciones para su conservación por medio del establecimiento de áreas protegidas. Por su parte, la CMNUCC tiene como mandato lograr la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a niveles tolerables para permitir que el desarrollo económico prosiga sin afectar al ambiente. Dado que el cambio climático es la consecuencia de la acumulación de gases de efecto invernadero (exacerbada por nuestras actividades económicas desde el inicio de la era industrial), este instrumento busca controlar las emisiones sin que ello paralice a la economía. Como se ha demostrado, los gases de efecto invernadero, entre ellos el dióxido de carbono y el metano, atrapan la radiación calórica solar causando un «efecto invernadero» y el calentamiento global, y si sus emisiones no son controladas, las consecuencias pueden ser muy dañinas.

Es decir, aumenta preocupantemente la disparidad entre el volumen real de emisiones y los niveles deseables para poder contener el calentamiento global y sus efectos catastróficos.

La CMNUCC cuenta con dos instrumentos jurídicamente vinculantes: el Protocolo de Kioto, de 1997, cuyo alcance culmina en 2020, que establece obligaciones a los países que lo ratificaron para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero dependiendo de su nivel de desarrollo. El otro es el Acuerdo de París sobre cambio climático, de 2016, que trata de mantener el aumento de la temperatura mundial por debajo de los 2 grados Celsius. En 2 meses, el Secretario General de las Naciones Unidas ha convocado a la Cumbre sobre Cambio Climático donde los líderes asistentes tendrán que reportar el progreso alcanzado por sus países y las perspectivas no son muy alentadoras.

El IPCC ha sido enfático en las graves consecuencias de no lograr tales compromisos, entre ellas el incremento en el nivel promedio del mar por el deshielo en los casquetes polares, producto del incremento en la temperatura mundial, que conlleva a la pérdida de territorios y migraciones forzadas. Además, en varias zonas hay riesgo de inviabilidad de la actividad agrícola por la alteración de los patrones meteorológicos, lo cual afecta el modo de vida de poblaciones enteras y ello podría generar conflictos a distinta escala. Según Philip Alston, relator de las Naciones Unidas en temas de pobreza extrema y derechos humanos, en 2050 podría haber cerca de 140 millones de desplazados por el cambio climático, lo cual podría repuntar los movimientos xenófobos y ultranacionalistas, amenazando la ya precaria estabilidad mundial.

En contracorriente

A pesar de estas advertencias, la política internacional va en sentido contrario. En materia de biodiversidad, los gobiernos chino y japonés no están dispuestos a limitar la actividad de sus flotas pesqueras en su afán de garantizar el suministro requerido por su demanda interna. El nuevo gobierno de Brasil, otrora referente en política forestal, ha dado señales preocupantes tendientes al incremento de la frontera agrícola en detrimento de la conservación de la Amazonía, el gran pulmón del planeta. En Indonesia, corporaciones financieras otorgan incentivos a la deforestación con propósitos agrícolas, lo cual pone en riesgo el hábitat de orangutanes y otras especies endémicas de la isla de Borneo, por mencionar algunos ejemplos.

En el caso del cambio climático, Estados Unidos, uno de los principales países emisores de gases de efecto invernadero, se ha mostrado históricamente reticente a adherirse a los esfuerzos mundiales. Primero, al no haber ratificado el Protocolo de Kioto y actualmente al haber denunciado el Acuerdo de París por decisión de Donald Trump, quien ha desmantelado varias iniciativas impulsadas por su predecesor para promover el uso de energías limpias, además de levantar las restricciones para la explotación del carbón y reducir el presupuesto de la Agencia de Protección Ambiental, desde una óptica negacionista del cambio climático compartida por los grandes consorcios estadunidenses.

En México, el nuevo gobierno federal también promueve iniciativas de alto impacto ambiental, como el otorgamiento de incentivos a los productores para extender la superficie agrícola en Chiapas o con el polémico plan para construir el Tren Maya en la península de Yucatán, lo que pone en riesgo las áreas naturales protegidas y la biodiversidad, al tiempo que sus planes para construir refinerías y desestimar las energías limpias y renovables socavan tanto los compromisos de México ante el Acuerdo de París como la buena imagen de nuestro país como promotor de distintas iniciativas en pro del medio ambiente.

Los nuevos liderazgos

A pesar de ello, nuevos liderazgos ambientales están surgiendo en el mundo. Uno de ellos procede del presidente francés Emmanuel Macron, quien ha tenido un activismo ambiental notable al lograr que las Naciones Unidas adopten la ruta para un pacto mundial por el medio ambiente que fortalecerá las sinergias entre los acuerdos multilaterales sobre el medio ambiente, evitando así la actual dispersión de agendas. Por su parte, el gobierno alemán ha impulsado la sustitución de la generación eléctrica a partir de carbón por energías renovables además de anunciar su intención de abandonar la energía nuclear, mientras que las autoridades del Reino Unido han promulgado una ley que compromete al país a reducir a cero sus emisiones de dióxido de carbono en 2050. Urge que más gobiernos nacionales sigan tales ejemplos.

Otros liderazgos surgen de sitios inesperados, como es el caso de la joven sueca Greta Thunberg, quien a sus 16 años ha conseguido plantarse frente a líderes mundiales para reclamarles por su falta de compromiso frente a la crisis ambiental.

Otro impulso proviene de gobiernos subnacionales y locales, como se observa en el caso de los estados de California, Nueva York y Washington -en alianza con gobiernos locales de otros países agrupados en la iniciativa Under 2 MOU- que están impulsando acciones como la promoción de energías limpias, mostrando un compromiso superior al del mismo gobierno federal de Estados Unidos. Mención especial merece el Grupo de Liderazgo Climático (C40), que engloba a las principales ciudades del mundo. Por medio de tales instancias, las autoridades locales no están esperando a que sus respectivos gobiernos nacionales avancen, sino que están coordinando una serie de acciones colectivas para facilitar el cumplimiento de compromisos, como el Acuerdo de París.

Otros liderazgos surgen de sitios inesperados, como es el caso del movimiento #FridaysForFuture encabezado por la joven sueca Greta Thunberg, quien a sus 16 años ha conseguido plantarse frente a líderes mundiales para reclamarles por su falta de compromiso frente a la crisis ambiental. Iniciando su lucha desde un modesto plantón personal ante el Parlamento de su país, Thunberg no solo ha sido capaz de obtener el respaldo de grupos de científicos y líderes, como Angela Merkel o el mismo papa Francisco, sino que su ejemplo está inspirando a miles de niños y jóvenes en distintos países, quienes incluso ya han ido más allá de las protestas callejeras para emprender acciones legales en defensa de causas concretas, como en el caso reciente de un grupo de jóvenes que logró una resolución contra la tala ilegal en la Amazonia colombiana. En este sentido, la figura de Thunberg cobra gran relevancia por la labor de concientización que está impulsando entre la comunidad internacional, especialmente si consideramos el riesgo que cientos de activistas ambientales corren en todo el mundo al enfrentarse a diario contra empresas y gobiernos de distinto nivel empeñados en materializar sus intereses económicos a expensas del medio ambiente.

Ante la proliferación de malas noticias, estos nuevos liderazgos ambientales representan una alentadora oportunidad, por lo que urge que los líderes mundiales asuman un mayor compromiso mientras todos los demás cobramos conciencia de que la protección del planeta es cuestión de sobrevivencia. En un escenario donde la mayor potencia emprende acciones contrarias al cuidado del medio ambiente, es imperativo seguir el ejemplo de personajes como Greta Thunberg para lograr que haya un mundo sostenible para nuestros hijos, las generaciones venideras y todas las demás especies que habitamos el planeta.

MARIO DUARTE VILLARELLO es licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad Anáhuac México Sur, así como maestro y doctorando en Ciencias Políticas por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Además, es LEAD Fellow por El Colegio de México y especialista en política ambiental internacional y seguridad ambiental. Contáctelo en el correo electrónico mdv@inbox.com y sígalo en Twitter en @MarDuVill. FERNANDO OCTAVIO HERNÁNDEZ SÁNCHEZ es Coordinador Académico de la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac México Sur. Contáctelo en el correo electrónico fohdzsanchez@anahuac.mx.

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3 Responses to Más Gretas, menos Trumps

  1. Fernanda Morán dice:

    ¡Muy bueno! El Dr. Duarte es excelente internacionalista-ambientalista.

  2. Carlos Turullols. dice:

    Excelente análisis, ¡urge acción de los líderes!

  3. Martha Olga Albarrán dice:

    También me gustó el análisis, la vida cotidiana diaria es el mejor momento para actuar. No esperemos a los líderes, pues no son nuestros aliados. Debemos actuar nosotros.

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