Richard Feinberg
La estatura promedio de la mayoría de las poblaciones humanas está muy relacionada con la nutrición infantil. Partiendo de esta noción, la historia antropométrica (un fascinante y nuevo campo de estudio) está demostrando que las desigualdades económicas extremas se ven reflejadas en la diferente talla física de las clases sociales. En los siglos XVIII y XIX, por ejemplo, los bien alimentados aristócratas europeos sobrepasaban a los desnutridos campesinos. Este libro muestra que, incluso hoy, un porcentaje sorprendentemente alto de guatemaltecos pobres sufre de retraso en el crecimiento, mientras que los hijos de inmigrantes mayas que viven en California son significativamente más altos; esto sugiere que la pobreza, y no la genética, es la responsable de la baja estatura de los familiares que permanecieron en su país. Esta innovadora recopilación de datos ofrece muchas sorpresas para el historiador convencional: en diferentes períodos en los que se suponía que los pobres de las zonas urbanas habrían pasado penurias debido a la austeridad económica o a las privaciones por un régimen autoritario, por ejemplo, la antropometría no ha logrado encontrar señales de una peor nutrición. La buena noticia es que, como región, Latinoamérica muestra el menor porcentaje de retraso del crecimiento del mundo en desarrollo y ha registrado un importante descenso del 26% en 1980 al 13% en 2000.
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