Las sombras de la política

8 octubre, 2020 • Artículos, Asuntos globales, Portada • Vistas: 2870

Las zonas grises, la izquierda y la derecha, y la pirámide de identidad

Inside Sources

 Abás Tanus Mafud

Octubre 2020

El politólogo Francis Fukuyama, en su artículo “The Pandemic and Political Order”, publicado en Foreign Affairs, destacó que “las grandes crisis tienen efectos impredecibles”. En este sentido, el advenimiento de la pandemia causada por el virus SARS-CoV-2 y sus severas secuelas aceleraron el proceso de ensombrecimiento que la política experimentaba desde hace tiempo y, en especial, desde que el escenario internacional se transformó en una especie de partida de ajedrez entre China, Estados Unidos, la India y Rusia, definida por el bloqueo de los impulsos de sus contrarios y la búsqueda de zonas de influencia sobre las cuales las potencias puedan ejercer su poder. Con la particularidad de que las zonas de influencias, como ondas expansivas, reinciden en el ámbito continental, nacional, provincial y municipal.

Bajo esta perspectiva, el informe de Oxford Globe Scan-Corporate Affairs Survey 2020 señaló que las sociedades y el mundo de los negocios enfrentan una serie de riesgos de gran impacto, como la geopolítica, la inestabilidad macroeconómica, la sobrerregulación y el robustecimiento del populismo. La irrupción del coronavirus ha exacerbado estos riesgos y ha puesto en jaque a varios de los esfuerzos orientados a sistematizar el comportamiento de los diferentes actores en el orden político. A partir de ello, es necesario analizar tres grandes sombras que ahora representan un desafío para el entendimiento y la práctica política, la vida en sociedad y el quehacer de los negocios: las zonas grises, la izquierda y la derecha, y la pirámide de identidad.

Zonas grises

Desde hace tiempo, el sistema internacional intentó contener la falta de un poder central y responder al estado de anarquía que lo caracterizaba. Para ello, se propuso la creación de un sistema supranacional configurado alrededor de instituciones como la Organización de las Naciones Unidas y bloques regionales como la Unión Europea, el Mercado Común del Sur y la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático. Cada uno de esos regímenes, a su vez, implementó un esquema de castigos y premios para dar una muestra de la importancia de formar parte del mismo y promover la creación de acuerdos.

Sin embargo, este complejo armazón de normas no vinculantes empezó a sufrir una crisis sin precedentes cuando los Estados trasladaron varios de sus asuntos a las llamadas zonas grises, espacios intermedios en el espectro de conflicto político o áreas que no responden ni a un patrón ni otro. Una zona gris puede surgir por gobiernos de baja legitimidad democrática, es decir, autoritarios, dictatoriales o con elecciones fraudulentas, y con escaso escrutinio social en el que se viven movilizaciones, protestas o migraciones masivas. Tal es el caso de los gobiernos de Nicolás Maduro, Bashar al Assad y Alexander Lukashenko en Venezuela, Siria y Bielorrusia. Allí, estos líderes pueden aferrarse al poder gracias al apoyo que reciben de una o varias potencias internacionales o regionales que, motivadas por los negocios de la geopolítica y la geoeconomía, los favorecen o protegen. Las acciones de las potencias que intervienen, en busca de resguardar sus intereses, también complejizan el escenario local, generando incertidumbre y condenando a la población a continuar luchando, resignarse o migrar.

Desde hace tiempo, el sistema internacional intentó contener la falta de un poder central y responder al estado de anarquía que lo caracterizaba.

Así, las sociedades empiezan a perder confianza en las instituciones internacionales y en su capacidad de influir en su situación, preguntándose cómo un gobierno logra mantenerse en el poder sin el apoyo de gran parte de la comunidad internacional y sin pena, a pesar de violar sistemáticamente los derechos humanos. Además, las sentencias de las demás potencias no logran generar un efecto o cambio inmediato. Por ejemplo, las sanciones económicas han deteriorado a las economías de varios de estos países a la par de afectar a su población y sin lograr ningún cambio en la cúspide del poder. Por ejemplo, el apoyo al líder opositor Juan Guaidó no bastó para que Maduro renunciara o fuera removido, y la Ley César no derrocó a Al Assad. ¿Por qué sucede esto? Porque las potencias entendieron cómo jugar dentro de las zonas grises del sistema.

La izquierda y la derecha

En 1985, los politólogos Herbert McClosky y Dennis Chong argumentaron que entre las ultraderechas e izquierdas hay ciertos paralelismos, especialmente con respecto a sus estilos de participación política, dependencia de la fuerza, desdén por los ideales y violaciones de las libertades civiles. Parece que el tiempo no hizo más que fortalecer su punto de vista debido al encuentro de ambas tendencias ideológicas con el populismo, el nacionalismo y otras corrientes que tendieron a profundizar los sentimientos que las impulsaron.

En este contexto, la emergencia de líderes representativos de la nueva derecha y de la izquierda trajeron una mayor confusión al electorado, porque ambas brindan soluciones y, pese a la distancia, tienen más puntos en común de lo esperado. Una muestra de ello es el desdén por las normas, principios tradicionales de la política internacional e instituciones nacionales. Al respecto, YouGov (2019) reportó en una de sus encuestas que “solo la mitad de los británicos distingue una política de derecha de una de izquierda”, fenómeno que se ha extendido a varios países en Europa. Incluso, esta complejidad afecta seriamente la relación del Estado con la sociedad, la oferta electoral y la gestión pública. Además, parece que la pandemia está despertando movimientos que contribuyen al ensombrecimiento del orden político, como QAnon, la teoría de conspiración de internet que alega, de manera falsa, que el mundo es gobernado por un grupo de pedófilos adoradores de Satán que están conspirando en contra del presidente Donald Trump.

La pirámide de la identidad

Todo sistema político representa una arena en la que actores o grupos de poder, como gremios, cámaras empresariales, organizaciones no gubernamentales y órdenes religiones, buscan influir en el diseño y puesta en vigor de políticas públicas. En realidad, recientemente el círculo religioso ha demostrado contar con los medios y la influencia suficiente para redimensionar los valores de la ciudadanía, hasta el punto de invertir la pirámide de la identidad y las relaciones que existen entre los mundos privados, nacionales e internacionales.

Se hacen evidentes los casos en que los valores de la esfera privada se imponen sobre los otros esquemas, poniendo en duda los procedimientos institucionales.

De esta manera, se hacen evidentes los casos en que los valores de la esfera privada se imponen sobre los otros esquemas, poniendo en duda los procedimientos institucionales. Evidentemente, este tipo de contrariedades han sido predominantes en la arena del Medio Oriente, donde los intereses religiosos han desdibujado las fronteras de lo nacional, como la globalización lo hizo con los Estados. Pero, paralelamente, en Latinoamérica y el Sudeste Asiático la religión aumenta su importancia en el ámbito político y, en consecuencia, incrementa la desconfianza en los gobiernos y aumenta la presión de incidir en ciertas áreas clave, como educación, salud y transporte.

Finalmente, la pandemia brindó una nueva oportunidad para estos actores de expandir sus zonas de influencia y obligó a algunos Estado a orquestar medidas en respuesta a las demandas de estos grupos. Cabe destacar que no todas las interacciones representan un ganar-perder para los gobiernos centrales, aunque en principio, frente a la falta de cobertura de necesidades, la población buscará soluciones y reorientará los sentimientos de pertenencia dentro de la pirámide de identidad.

ABÁS TANUS MAFUD es licenciado en Ciencia Política por la Universidad Nacional de San Juan y maestro en Política y Economía Internacionales por la Universidad de San Andrés, Argentina. Es profesor de Política Transnacional en la Universidad Católica de La Plata y asociado en Asuntos Públicos en Burson Cohn & Wolfe. Sígalo en Twitter en @atmafud.

Tags:, , , ,

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Cargando…