Las actitudes de intento de dominancia de Trump vistas desde un lente de género

23 agosto, 2018 • Artículos, Asuntos globales, Norteamérica, PJ Comexi, Portada • Vistas: 2898

La Vanguardia

Claudia Derbez Fernández

Agosto 2018

Una colaboración del Programa de Jóvenes del Comexi

La lucha por la igualdad de género ha ido creciendo. Cada vez más personas de todo el mundo reclaman una mayor igualdad. Este cambio se da en varias arenas: movimientos sociales como #NiUnaMenos o #MeToo; organizaciones internacionales que fomentan cada vez más la igualdad desde sus estructuras; en resoluciones, como el caso de la Organización de las Naciones Unidas (que fue relatado en las páginas de Foreign Affairs Latinoamérica), y en cuotas de género, como el primer Congreso con paridad de género que habrá en México. Hay temas todavía pendientes, como la lucha de los géneros no binarios; sin embargo también va en aumento y, aunque lentamente, va entrando cada vez más en la arena internacional.

Las teorías feministas que estudian las ciencias sociales ayudan a empujar una manera distinta de entender la realidad, y la manera de comprender el mundo mediante estudios de género en las relaciones internacionales no son la excepción. Y es que las Relaciones Internacionales, al estudiar la política mundial, analizan un mundo dominado por el heteropatriarcado y las conductas que de él emanan. Tal vez el ejemplo más común es que, a pesar de que han llegado mujeres líderes al poder, siguen replicando actitudes masculinas de dominación, con carácter fuerte y sin demostrar emociones, y siguiendo una estrategia de poca conciliación, con políticas públicas duras como lo fue la conservadora Margaret Thatcher, y ahora se puede llegar a ver en el mismo partido a Theresa May o incluso en Alemania a Angela Merkel. Sin embargo, la dominación de lo masculino no se da únicamente por mujeres líderes que llegan al poder con actitudes varoniles. La dominación de lo masculino se da en actitudes predominantes en las relaciones internacionales, como, justamente, la dominación vs. la cooperación; la ostentación de poder por medio de la amenaza de guerra (quién es más fuerte) y mediante carreras armamentistas (quién tiene más).

Las Relaciones Internacionales, al estudiar el mundo, analiza conceptos preconcebidos. Los países reproducen estructuras históricas de dominancia. Si pensamos que en la mayoría del mundo es relativamente reciente que la mujer tenga derecho a votar (a partir de la segunda mitad del siglo XX en los países «adelantados»), es claro entender que quienes lideraron las sociedades durante años, bajo una estructura que no se cuestionaba, fueron los hombres, y reprodujeron esto que a su vez la sociedad buscaba en ellos. Los países buscan en la arena internacional ser aquello que los hombres buscan, por imposición de la misma sociedad, en el ámbito personal y profesional: ser fuertes, proveedores y competir para ser los mejores. Al contrario de lo que la sociedad ha enseñado, lo que se busca en las mujeres es: ser suaves, cooperar, ser dominadas a cambio de seguridad (económica y social).

Bajo la perspectiva de género en las relaciones internacionales, resulta interesante analizar al Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, como una especie en peligro de extinción.

Bajo la perspectiva de género en las relaciones internacionales, resulta interesante analizar al Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, como una especie en peligro de extinción. Mediante su mal llamado «nacionalismo», Trump ha fomentado que Estados Unidos se convierta en un país donde, en lugar de que todos sus ciudadanos se sientan orgullosos, se promueve la división. Un verdadero nacionalismo buscaría que sus ciudadanos tuvieran una fuerte identidad estadounidense, en lugar de tenerla por otras razones que él ha enaltecido y que no fomentan la unidad: por su ocupación, preferencias políticas, raza, entre otras. En lugar de jugar a su favor como líder de un país fuerte, esto juega en su contra, como persona a la cabeza de un Estado dividido. El Presidente estadounidense ha logrado encontrar en el enemigo común (el chivo expiatorio) una manera de desviar la atención con el fin de evadir cuestionamientos sobre su política interna (léase Corea del Norte, Rusia o el muro con México, por no hablar de sus escándalos con su equipo o de las averiguaciones del Buró Federal de Investigaciones; es decir, de lo que él llamaría fake news).

Para que la idea de Trump de lograr la supremacía mundial funcione en este mundo cada vez más multipolar (y multigénero), sería necesario basarla en el supuesto de un Estado nación fuerte. Para ello, independientemente de los cambios tecnológicos que enmarcan el avance de la sociedad en el siglo XXI y que vuelven cada vez más absurda la idea del Estado nación, sería necesario, por lo menos, que los integrantes del país que busca la dominancia creyeran en la construcción de su país. Trump, al olvidar retóricas como la sintetización de culturas (melting pot) que dieron pie a la fortaleza que llegó a tener Estados Unidos, cree que con dividir logrará conquistar al mundo. Se le escapa que, al contrario, para lograr que Estados Unidos crezca como país, es necesario tener unidad dentro de él. Si siguiendo la retórica de la guerra que parece gustarle, Trump tuviera que tener un ejército de soldados que lucharan por él, no encontraría lealtad en su población.

Pareciera que mientras el resto del mundo avanzó a la aceptación y aplicación de las normas internacionales que permiten una cooperación y un mundo menos «dominado», Trump se quedó en la etapa de conquista de países. En su interacción con Estados que no han seguido sus «instrucciones» (como México con el muro o China y Turquía con su guerra comercial), Trump se quedó en una retórica propia del heteropatriarcado, donde cree que el que grita más fuerte gana. Parece no darse cuenta que puede que se quede gritando solo.

CLAUDIA DERBEZ FERNÁNDEZ es asociada del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (Comexi). Es maestra en Desigualdades y Ciencias Sociales por la London School of Economics. Actualmente trabaja en el Programa Nacional de Financiamiento al Microempresario y a la Mujer Rural (Pronafim). Es profesora en la licenciatura de Relaciones Internacionales de la Universidad Iberoamericana. Sígala en Twitter en @ClaudiaDerbez.

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