La política exterior de México en el contexto de la «4T»

10 abril, 2019 • AMEI, Artículos, Asia/Pacífico, Latinoamérica, Portada • Vistas: 15367

Los casos de China, Corea del Sur y Japón

Milenio

Adolfo Alberto Laborde Carranco

Abril 2019

Una colaboración de la Asociación Mexicana de Estudios Internacionales

A pesar de que la diversificación política y económica de México es una necesidad, aún no se sabe qué hacer con las propuestas vertidas por los principales socios comerciales en Asia -China, Corea del Sur y Japón- que recientemente han mostrado un interés en profundizar sus lazos con nuestro país. De ahí la importancia de ubicar los intereses económicos nacionales de México dentro de su política exterior en Asia, en el contexto de la «Cuarta Transformación» (4T) que hoy experimenta el país, así como exponer alternativas que ayuden a cumplirlos. De esta manera se podrán diversificar nuestras relaciones comerciales con el exterior y dejar de depender de manera abrumadora del mercado norteamericano que representó el 82% de nuestras exportaciones para 2017.

La relación con Japón en el contexto de la «4T»

Desde el inicio del actual gobierno se ha percibido un cambio con respecto a la relación con nuestros socios en Asia. Además del multicitado caso de China como una oportunidad real para nuestras diversificaciones, hay otro país que está apostando alto: Japón. Prueba de ello fue la visita de un nutrido grupo de empresarios (más de sesenta) pertenecientes a la Cámara de Comercio e Industria de Japón, que se llevó a cabo del 10 al 17 de febrero de 2019. Además de reunirse con el canciller Marcelo Ebrard, participaron en un foro de negocios impulsado por la Secretaría de Economía de México, la Organización de Comercio Exterior de Japón (JETRO) y el Consejo Empresarial Mexicano de Comercio Exterior, en el que se destacó la cooperación comercial entre Japón y México en el marco del Acuerdo Integral y Progresivo de Asociación Transpacífico (CPTPP). De acuerdo al comunicado 023 de la Secretaría de Relaciones Exteriores, la visita tendría como objetivo, además de la promoción comercial en los dos esquemas comerciales mencionados, «difundir de manera coordinada las oportunidades que ofrece México para ampliar las cadenas de valor». Detrás de las cadenas de valor, que no es otra cosa que «las actividades conjuntas que ocurren conforme un producto se desplaza a partir de ser materia prima mediante la producción hasta su distribución final» hay una infinidad de elementos y procesos que en materia de política pública se deben considerar.

Naturalmente, esta visita se tiene que entender en el contexto de los esfuerzos de diversificación comercial de nuestro país, pero también la tenemos que ubicar en la coyuntura del proceso de ratificación por los congresos de Canadá, Estados Unidos y México del T-MEC y los efectos del cambio de la naturaleza del nuevo acuerdo a las empresas globales establecidas en nuestro país. Los japoneses son muy cautelosos; es decir, lo anterior y el cambio que experimenta México en su organización administrativa en la Secretaría de Economía y la Secretaría de Relaciones Exteriores, preocupa al empresariado nipón que tienen grandes intereses comerciales y financieros en México.

Desde el 1 de abril de 2005, cuando entró en vigor el acuerdo de asociación económica entre los dos países, el comercio ha aumentado considerablemente alcanzando alrededor de 22 000 millones de dólares anuales, de acuerdo con la Secretaría de Relaciones Exteriores. Igualmente, las inversiones japonesas (inversión extranjera directa) en México para 2017 fueron de alrededor de 1200 millones de dólares, de acuerdo con JETRO. No es fortuito que, en estados como Aguascalientes, Baja California, Chihuahua, Ciudad de México, Coahuila, Guanajuato, Jalisco, Nuevo León, Querétaro, San Luis Potosí, entre otros, se incremente el número de empresas de origen japonés.

¿Comercio o cooperación?

De acuerdo al canciller Ebrard, a nivel bilateral, se tienen que profundizar las relaciones con China, Corea del Sur y Japón. No se debe de olvidar que con los tres países mantenemos un déficit comercial de más de 94 915 millones de dólares, de acuerdo a datos de la Secretaría de Economía. Esperamos que esto no signifique equilibrar o reducir el déficit comercial que se tienen con esos países, sino que implique un incremento real de las capacidades comerciales y económicas de México. Los acuerdos de asociación económica han demostrado ser una herramienta eficiente, como el que se tiene con Japón y en donde el capítulo de cooperación internacional para el desarrollo tendrá que ser un parteaguas para la relación. Además, se tiene el CPTPP. Estos instrumentos comerciales pueden ser el inicio de la diversificación y, por ende, de las dinámicas actuales de la transición de poder que México enfrenta, dentro del nuevo orden mundial.

De acuerdo al canciller Ebrard, a nivel bilateral, se tienen que profundizar las relaciones con China, Corea del Sur y Japón.

Una vez iniciada la llamada la «4T», es un tanto difícil dilucidar sus alcances, más en el contexto de nuestras relaciones internacionales, especialmente con una región tan compleja y dinámica como lo es Asia. Si bien es cierto, todos queremos que le vaya bien a México, no es suficiente dotarnos de buenos deseos, consignas y destinos manifiestos. En el caso de la región Asía-Pacífico, se debe de ir más allá de la típica visión de que la mejor política exterior es una continuación de la política interna. El impacto de la «4T» en nuestras relaciones internacionales será, nos guste o no, una cuestión de ejecución e implementación de lo que el ejecutivo planteará. En el caso de Asia, además de enfocarnos en China, Corea del Sur y Japón, los tres países en los que se concentra la relación con la región, se tiene que tener claro qué es lo que se quiere y necesita de ellos: ¿solo comercio o más cooperación?

Si nos enfocamos en el tema comercial, por lo menos con los tres países, el resultado será un mayor déficit en nuestra balanza comercial; en el caso de solicitar mayor cooperación, solo recibiremos lo que hasta ahora, es decir, cooperación de bajo impacto, con una visión de obtener ganancias a largo plazo y que no se refleja o cambia de manera sustancial y estructural el desarrollo de México. Por ello, en la actual coyuntura del cambio de gobierno se necesita delinear la estrategia programática (con tiempos y compromisos) con nuestros socios asiáticos en la que estén concentrados nuestros intereses nacionales, como la diversificación comercial en la región y el posicionamiento de empresas mexicanas en las cadenas de valor y proveeduría de las multinacionales chinas, coreanas y japonesas, lo cual se adecúa a lo que la Secretaría de Economía ha establecido como parte de sus estrategias en el comercio exterior: inclusión, diversificación e innovación.

En el caso de China, Corea del Sur o Japón, en un primer momento, debemos transitar de una relación de cooperación cerrada y administrada hacia un esquema de cooperación abierto y democratizado entre los actores de la misma; es decir, darles cabida a los especialistas del tema en todos los ámbitos que han quedado fuera de la lógica de la relación de cooperación por los que tradicionalmente la han administrado. Estas dinámicas cerradas y monopolizadas en la cooperación bilateral solo han dado como resultado un enfoque de ganancias nulo, en el que ninguna de las partes puede vislumbrar algún tipo de ganancia real, ya sea en el corto o largo plazo, como resultado de la cooperación. Esto debe de cambiar, de lo contrario no se refrescará la dinámica de la relación y las temáticas continuarán siendo las del interés del grupo cerrado, sin considerar las nuevas tendencias, enfoques y prácticas que ya se realizan a nivel internacional. Después que se transitó hacia la cooperación ascendente, democratizada e incluyente entre los actores.

Conclusiones

En este escenario, además de la opción que ofrece Japón para nuestras diversificaciones económicas internacionales, no hay que olvidar que México cuenta con trece Acuerdo de Libre Comercio (TLC) que abarcan a cincuenta países, de acuerdo con la Secretaría de Economía. Sin embargo, tras el cambio de la política comercial de Estados Unidos y los contextos políticos en el mundo, queda claro que estas estrategias ya no alcanzan y no garantizan los mercados para las exportaciones mexicanas. Los tragos amargos en estos largos meses de renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte nos obligan a buscar la diversificación comercial, y la respuesta de esto está precisamente en el CPTPP.

La promoción por parte de la Cancillería no es mala idea, tan solo hay que dotarles de capacidades técnicas y económicas para que cumplan con esta nueva tarea.

Si se busca que este mecanismo comercial logre su objetivo -diversificación real del comercio exterior de México- es necesaria una gran labor de promoción de los productos y servicios en donde somos competitivos en China, Corea del Sur y Japón, misma que se ve complicada por los escasos instrumentos para lograrlos con los que cuenta el gobierno en turno. La promoción por parte de la Cancillería no es mala idea, tan solo hay que dotarles de capacidades técnicas y económicas para que cumplan con esta nueva tarea. En este sentido, el sector privado deberá realizar una labor de acompañamiento a estas labores para alinear estrategias y empatar objetivos específicos en materia de promoción sectorial. Además, dentro de la tan anhelada diversificación, tendremos que tener claro cuál es nuestra oferta y la demanda exportable de nuestros productos en el contexto de la realidad de cada país del CPTPP. Para ello se necesita inversión para modernizar los sectores donde deseamos competir, ubicar los mercados meta para nuestra oferta exportable y viajes, muchos viajes de negocios, promoción económica y financiera. El reto es grande, pero esperemos la Cancillería, junto con la Secretaría de Economía, con quien a principios de 2019 firmó un acuerdo de colaboración para promover las exportaciones y la atracción de inversión extranjera directa, estén listos y que la austeridad republicana, impulsada por el gobierno federal, no sea un obstáculo.

Finalmente, no hay que olvidar que el juego geopolítico y las alianzas estratégicas y comerciales en Asia son una constante entre los actores de la región. Si desde hace algunos años se habla de que el futuro está ahí, ¿por qué no hemos emprendido una política exterior agresiva y dinámica con ellos? La gran labor tendrá que venir de nuestro servicio exterior al que, lejos de dotarlo de presupuesto para el ejercicio fiscal 2019, el proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación consideró un presupuesto menor de 8532 millones de pesos; es decir, un recorte de 471 millones en comparación con el ejercicio de 2018, cuando se ubicó en 9003 millones de pesos, de acuerdo con El Economista. Ante este panorama, la innovación y la reinversión de nuestra diplomacia comercial tendrán que ser una constante en Asia, así como un compromiso mediante la modernización de su planta productiva y la capacitación a su capital humano por parte del sector productivo que ya exporta o tiene planes de expandir sus mercados en la región. Aquí la banca de desarrollo y comercial tendrán que desempeñar un papel importante en el financiamiento de estos esfuerzos.

ADOLFO ALBERTO LABORDE CARRANCO es miembro de la Asociación Mexicana de Estudios Internacionales (AMEI). Es profesor investigador en la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Anáhuac México y de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es doctor en Relaciones Internacionales por la UNAM y cuenta con estudios de doctorado en Cooperación Internacional por la Universidad de Kobe, Japón. Sígalo en Twitter en @adolfolaborde71.

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One Response to La política exterior de México en el contexto de la «4T»

  1. Alejandro Scola V dice:

    Excelente artículo! Claro, conciso e interesante! Te ayuda mucho a aclarar las cosas y tener una visión de lo que sucede con el comercio exterior!
    Felicidades!!

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