La inserción de México en el Acuerdo de Asociación Económica entre Japón y la Unión Europea

23 enero, 2019 • Sin categoría • Vistas: 10549

AMEC

 Amanda R. Novoa y Norma C. Aranda

16 de enero de 2019

De la sección Opiniones Oportunas del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales

El primero de febrero de 2019 entrará en vigor el Acuerdo de Asociación Económica (AAE) que firmó Japón en conjunto con los 28 Estados miembros de la Unión Europea. Importantes fuentes informativas como The New York TimesThe Japan Times, Bloomberg y Financial Times, así como algunos organismos internacionales, como la Organización Mundial del Comercio, lo han nombrado como uno de los «acuerdos comerciales más ambiciosos de todos los tiempos». Estados Unidos ya ha mostrado interés por ver de qué forma se podría beneficiar de este acuerdo, al reunirse con los secretarios de Economía de ambas regiones en Washington D.C. México, al igual que Estados Unidos, podría adoptar un comportamiento similar y fijar como meta, dentro del sector público como privado, la inserción a este acuerdo como parte de la nueva agenda. Por lo tanto, ¿cómo es que México, país líder en acuerdos y tratados comerciales, puede beneficiarse o sumarse a este nuevo bloque económico?

Apertura comercial

Como bien se mencionó, pese a que México no es miembro oficial del AAE, el país ya cuenta con acuerdos con ambas regiones: el Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea (TLCUEM) y con Japón, un Acuerdo de Asociación Económica, además del Acuerdo Integral y Progresivo de Asociación Transpacífico (CPTPP), también considerado uno de los más importantes hasta ahora. Lo anterior significa que México ya goza de preferencias arancelarias con ambos actores lo que facilita el panorama de negocios, siendo así más atractivo que Estados Unidos, quien carece de acuerdos comerciales con ambas regiones, y que, al contrario, enfrenta una serie de disputas comerciales como el caso del acero y aluminio, por mencionar alguno.

Los tratados que existen entre estas regiones cuentan con una serie de capítulos únicos que pueden servir como complemento entre ellos y así generar mayores beneficios: 1) en el AAE se tiene cooperación en el área de agricultura; 2) el TLCUEM tiene cooperación en bienestar animal y resistencia antimicrobiana, energía y materias primas, servicios de entrega y transporte marítimo, y 3) de los dos acuerdos existentes entre Japón y México, el CPTPP es el más detallado, al ofrecer capítulos exclusivos como textil, laboral y desarrollo.

Cabe mencionar que estos acuerdos también contienen capítulos que contemplan las demandas del comercio contemporáneo, tales como medio ambiente y desarrollo, propiedad intelectual, comercio electrónico, pequeñas y medianas empresas (pymes), anticorrupción e inversión. Dichos capítulos brindan tanto a los inversionistas como a los importadores y exportadores de las tres regiones una mayor seguridad y certeza en el flujo de bienes, servicios y capitales; y también incentivan a una mejor cooperación, principalmente en el sector automotriz, agropecuario y farmacéutico-químico (los más dinámicos), así como en el intercambio de información, conocimientos y tecnología.

Situación geográfica 

La posición geográfica estratégica de México permite un mayor flujo en la movilización de bienes entre Japón y la Unión Europea. Al encontrarse en un punto medio que conecta el océano Pacífico con el Atlántico, México representa el enlace ideal para la cadena de producción entre ambos actores, puesto que un importante porcentaje de sus industrias manufactureras se realizan en territorio mexicano.

Aunadas a su ubicación, México cuenta con importantes infraestructuras portuarias (llamadas «de altura») para la recepción de buques portacontenedores de última generación, así como instalaciones adecuadas para el despacho de todo tipo de mercancías (por ejemplo, el corredor Lázaro Cárdenas-Veracruz) que permite competir directamente con el canal de Panamá, el cual, además, no ofrece ningún tipo de protección vinculante a Japón y la Unión Europea al no tener acuerdos comerciales con ellos.

La posición geográfica estratégica de México permite un mayor flujo en la movilización de bienes entre Japón y la Unión Europea.

De forma adicional, el incipiente gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha presentado el Plan de Desarrollo del Istmo de Tehuantepec, cuyas intenciones consisten en promover el desarrollo y habilitación de dicha zona para incrementar el flujo de mercancías, aprovechando el atajo que representa el Istmo al haber solamente 200 kilómetros de separación entre los océanos Pacífico y Atlántico -mucho menor a la que existe entre las costas en Estados Unidos- y sobre todo, emplear los recursos naturales que presenta la zona y que pueden beneficiar a los sectores energético y agropecuario, entre otros.

Desarrollo de cadenas de valor

Además de la reducción en los costos de transportación de mercancías y de preferencias arancelarias entre Japón y la Unión Europea, otra ventaja que ofrece México es el apoyo fiscal a la inversión en materia de manufactura. Actualmente la política fiscal mexicana establece sofisticados programas de fomento a la exportación como el Programa para la Industria Manufacturera, Maquiladora y de Servicios de Exportación y los Programas de Promoción Sectorial (Prosec), los cuales permiten la importación temporal de insumos que serán utilizados en procesos de elaboración, transformación o fabricación de productos terminados cuyo destino es exclusivamente el mercado extranjero. Así, este régimen de importación se encuentra exento de pagar contribuciones como el Impuesto General de Importación -en el caso de Prosec, se paga esta contribución a tasa preferencial-, el Impuesto al Valor Agregado (IVA), cuotas compensatorias y disminuye la tasa del Derecho de Trámite Aduanero. Incluso las empresas que cuentan con estos programas pueden obtener la devolución del IVA, siempre que presenten saldos a favor. De esta manera las empresas mexicanas, japonesas y europeas pueden desarrollar estrategias para trazar un flujo de bienes mucho más rápido, eficiente y de menor costo.

Conclusión

La Ruta de la Seda fue un corredor logístico que conectaba China con Occidente y que generó muchos beneficios comerciales y económicos a los países que fueron parte en su tiempo. Hoy estos países han estado constantemente activos para recabar esfuerzos y rehabilitar la Ruta; sin embargo, por los conflictos geopolíticos generados en la zona en estos años, los avances han sido pocos y conllevan un gran riesgo. Japón, México y la Unión Europea podrían revolucionar la actual Ruta de la Seda, de forma que sus flujos comerciales se concentren en los sectores manufacturero y agropecuario, sin tener el riesgo de enfrentar conflictos con países terceros ya que las 3 regiones cuentan con puertos marítimos que se encuentran conectados, sin barreras geográficas que limiten o retrasen el flujo comercial entre ellas.

Estas tres economías representan en conjunto un mercado de 768 millones de habitantes con un PIB de 23.29 billones de dólares, por lo que, si se genera una red comercial entre estos actores, se formaría uno de los bloques económicos más importantes de toda la historia, pero no solo por su valor económico sino por el intercambio de conocimiento, tanto del occidental como del oriental, que aprovecharían diversas industrias para innovar e influir en el desarrollo integral que les permitan enfrentar los retos del mundo actual y mostrar la importancia del libre comercio.

AMANDA R. NOVOA es asociada del Programa de Jóvenes del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (Comexi). Sígala en Twitter en @aranda_novoa. (Para la redacción de este artículo, NORMA C. ARANDA fungió como coautora).

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