La flexibilidad de las trasnacionales petroleras

20 junio, 2018 • Artículos, Asuntos globales, FEG Anáhuac, Portada • Vistas: 3651

Reuters-Notimérica

Santiago Fernández Sordo

Junio 2018

Una colaboración de la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac México

En 2016, por primera vez en la historia, la inversión en actividades de exploración, producción, transporte, refinación y comercialización de gas y petróleo fue superada por la inversión destinada a la generación de electricidad y redes eléctricas dentro del sector energético a nivel mundial. El fenómeno no se debe a un alza importante en los capitales destinados al sector eléctrico, que se mantuvieron prácticamente constantes entre 2015 y 2016 (cerca de 724 000 millones de dólares), sino a un marcado descenso en la inversión del sector del gas y el petróleo, de acuerdo a datos de la Agencia Internacional de la Energía.

La importante caída de la inversión en el sector del gas y del petróleo puede rastrearse desde 2014, con el colapso de los precios internacionales del petróleo. Aunque el sector aún capta dos quintas partes del total de la inversión de la industria de la energía, la caída de hasta 38% en la inversión entre 2014 y 2016 pone de manifiesto un cambio en las decisiones tomadas por empresas trasnacionales y gobiernos con respecto al uso de los recursos disponibles. Al tiempo que se reduce la inversión en este sector, los recursos destinados a lograr una mayor eficiencia en el uso de la energía han ascendido, junto a la inversión en generación de electricidad a partir de fuentes renovables de energía.

Los bajos precios del crudo han afectado especialmente a los proyectos de inversión en exploración y extracción (upstream) de gas y petróleo que, aunque se han recuperado modestamente en 2017 (3%), registraron una caída de 40% entre 2014 y 2016. Se estima que esto ha traído un recorte de cerca de 400 000 empleos en el sector y la cancelación o postergación de proyectos no rentables; solo se llevan a cabo los proyectos que otorgan retornos en tiempos relativamente cortos y que implican un uso eficiente o racionalizado de la inversión. Las empresas trasnacionales se han visto en la necesidad de reducir sus gastos para adaptarse a un precio internacional sustancialmente menor al de años previos (=60.00 dólares), lo que hace de la reducción de costos la lógica imperante en la operación de las grandes empresas petroleras.

De la escasez a la abundancia

Durante las últimas 2 décadas, las empresas petroleras trasnacionales se desarrollaron y expandieron en un mundo de constante demanda por petróleo y una relativa escasez del recurso (donde eran necesarias cada vez más inversiones y nuevas técnicas para explotar reservas de difícil acceso). Pero el panorama que se dibuja hacia adelante es fundamentalmente distinto. Si bien se espera que la demanda de crudo crezca en las próximas décadas (particularmente por la expansión de economías emergentes en Asia), la tasa de crecimiento de esta tenderá a ser menos acelerada. Son dos las razones de esto: la tendencia hacia la diversificación de las fuentes de energía y el uso más eficiente de la misma. A ambas se suma una mayor capacidad productiva a nivel mundial, donde destaca la acelerada producción estadounidense.

Estos hechos han obligado a las trasnacionales a prepararse para un entorno mucho más competitivo en el mercado, con precios más bajos, en el que su actual estructura (grandes empresas integradas con divisiones y actividades que se extienden a lo largo de toda la cadena de valor de la industria) debe repensarse.

Las estrategias: adquisiciones y fusiones

Contrario a lo que sucede en otros mercados (donde las fusiones y adquisiciones de empresas aumentan o disminuyen a la par de la actividad económica en el sector), en el sector de la energía no ha disminuido en los últimos años el número de adquisiciones y fusiones de empresas. La necesidad de liquidar activos, de integrarse verticalmente con proveedores y distribuidores, o la búsqueda de empresas competidoras que ayuden a ampliar el acceso al mercado y aporten al desarrollo técnico y tecnológico, han impulsado la adquisición y fusión de empresas a todos los niveles de la cadena productiva del sector de gas y petróleo.

La importante caída de la inversión en el sector del gas y del petróleo puede rastrearse desde 2014, con el colapso de los precios internacionales del petróleo.

La competitividad dentro del mercado ha obligado a algunas empresas a deshacerse de activos que no son esenciales para las operaciones centrales y concentrarse en la consolidación de las actividades en las que pueden explotar ventajas competitivas. La búsqueda de liquidez y garantizar flujos hacia el futuro han sido las principales razones detrás de las adquisiciones o fusiones. Uno de los casos más ilustrativos es la adquisición de BG Group por parte de Royal Dutch Shell, la mayor en la historia de la empresa holandesa. La integración permitió a Shell adquirir proyectos productivos en Australia y Brasil y robustecer su experiencia en la perforación de aguas profundas. Pero, sobre todo, permitió unificar operaciones y evitar duplicidad de procesos en proyectos de gas natural licuado, convirtiendo a Shell en la empresa más grande a nivel mundial en ese rubro. La combinación tuvo el objetivo de darle a la empresa una mejor posición para enfrentar un clima de precios adverso; con un portafolio diversificado (gas y petróleo) y acceso a zonas ricas en recursos (Australia y Brasil).

Sin embargo, para lograrlo tuvo que elevar su endeudamiento y deshacerse de activos en Estados Unidos, donde intentó desarrollar perforaciones horizontales para explotar campos de petróleo no convencional, algo en lo que no se especializaba. Experiencias similares tuvieron las empresas BHP Billiton y Statoil con sus activos en Estados Unidos, reflejando una tendencia de las trasnacionales a deshacerse de aquello que no permite explotar una ventaja competitiva. En general, las grandes trasnacionales han permanecido al margen del desarrollo del shale oil hasta hace poco. Las operaciones exitosas de trasnacionales en el mercado de shale se han dado bajo esquemas de operación independiente, que implican gastos mínimos con un potencial de crecimiento a futuro, como la subsidiaria XTO Energy de Exxon, o los trabajos de BP en Nuevo México con su proyecto «Lower 48». Para BP, el petróleo no convencional estadounidense significó desde 2014 una oportunidad para diversificar su portafolio y desarrollar proyectos de «ciclo corto», que permiten generar utilidades en plazos más reducidos (en contraste con los proyectos de perforación en aguas profundas). Pero las inversiones en esta área han sido limitadas.

Con la reciente recuperación de los precios, se espera que las actividades de trasnacionales en la región se incrementen, mediante adquisiciones que han comenzado a resonar en los medios impresos (como la venta de activos de BHP Billiton, que ha atraído a algunas trasnacionales). Pero en Estados Unidos, las adquisiciones se han dado en su mayoría entre empresas independientes.

Tecnología

Las estrategias en busca de consolidación, diversificación y sinergias entre empresas son complementadas por las trasnacionales con una importante inversión en nuevas tecnologías. La innovación tecnológica ha sido siempre un factor presente en la industria, pero la manera en que hoy se invierte en esta área se ha modificado.

Quienes invierten directamente en el desarrollo de tecnologías, no son las empresas trasnacionales. Se han adoptado esquemas de inversión (Corporate Venture Capital) en los que varias trasnacionales aportan capital a empresas tecnológicas especializadas que se encargan de desarrollar la tecnología de manera independiente. Esto reduce el riesgo para las trasnacionales de incurrir en fuertes gastos en investigación y desarrollo que podría no generar herramientas funcionales para la industria. Es decir, las empresas especializadas absorben el riesgo de fracasar en la innovación, no las trasnacionales. Los riesgos se diluyen y las tecnologías solo se adoptan una vez que han probado ser efectivas.

El impacto de la nueva tecnología en mayor eficiencia y menores costos para las trasnacionales es visible.

Este tipo de inversión ha sido encabezada por empresas como BP, Chevron, Shell o Saudi Aramco, que cuentan con divisiones encargadas de administrar recursos para inversiones de riesgo. Esto, a su vez, fortalece y expande las industrias de soporte alrededor del sector petrolero y gasífero, impulsando a empresas como Maana, Beyond Limits o Sigfox. Los mismos esquemas son utilizados en los proyectos de innovación en energía solar o biocombustibles de las trasnacionales, en un entorno en el que los riesgos y los costos deben reducirse al máximo, en el camino a una mayor productividad y portafolio más diversificado.

El impacto de la nueva tecnología en mayor eficiencia y menores costos para las trasnacionales es visible; por ejemplo, en los avances de la robótica, que ha permitido la automatización de procesos repetitivos y peligrosos o la implementación de drones para la recolección de datos en inspecciones de instalaciones, contemplados en los protocolos de seguridad. Las tareas que antes tomaban a los técnicos 8 semanas y que ahora puede realizarse en 5 días con reportes completos por parte de los técnicos.

A ello se suman el uso de la tecnología de realidad aumentada, que permite dar mantenimiento a la maquinaria y equipo a distancia; y la implementación de tecnologías digitales y tecnologías de la información que ayudan a la recaudación y análisis de datos para la optimización de reservas, pozos y operación de plantas. Sistemas conectados entre sí que permiten ajustes en tiempo real de la maquinaria para lograr mayor eficiencia.

Las nuevas condiciones del mercado han obligado a las trasnacionales a reorganizar sus operaciones y consolidar aquellas en las que pueden explotar ventajas competitivas, además de innovar en nuevos esquemas para invertir en tecnología. Estos cambios revelan la flexibilidad de las trasnacionales ante un mundo en transición.

SANTIAGO FERNÁNDEZ SORDO es profesor de la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac México y titular de la Cátedra BP-Anáhuac en Estudios Estratégicos. Sígalo en Twitter en @santiago_UAMN.

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