Instrucciones para navegar en un mundo ambiguo

17 septiembre, 2018 • Asia/Pacífico, Asuntos globales, Entrevistas, Portada • Vistas: 7253

Entrevista al embajador Bilahari Kausikan

Today Online

Alejandro Pescador

Septiembre 2018

Sin duda, Singapur cuenta con una gran capacidad para atraer comercio e inversiones, lo que le ha permitido contar con una fuerte capacidad de influencia en el Sudeste Asiático, por lo que su política exterior es sumamente activa no solo en la región, sino también en otras latitudes. Para conocer la perspectiva de Singapur sobre algunos aspectos de la relación entre Asia y México, el ministro del Servicio Exterior Mexicano Alejandro Pescador realizó una entrevista al embajador Bilahari Kausikan. Durante el encuentro abordaron distintos temas, desde la meritocracia en el servicio exterior de Singapur y las relaciones entre México y Singapur, hasta el resurgimiento de la extrema derecha, el racismo y la corrupción. Kausikan es embajador especial y asesor del Ministro de Relaciones Exteriores de Singapur. Estudió en las Universidades de Singapur y Columbia. Desde 1981 se incorporó al Servicio Exterior de Singapur. Estuvo comisionado en Washington, D.C., la Federación Rusa y, de 1995 a 1998, fue representante de Singapur en la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York. Este cargo coincidió con su nombramiento de Embajador no Residente de Singapur en México. Entre 2001 y 2013 ocupó los cargos de Secretario Permanente Adjunto y Secretario General Permanente en la Cancillería singapurense. Sígalo en Twitter en @BilahariK.

Alejandro Pescador – En varias ocasiones, usted ha mencionado que evita dar consejos a otros países. Sin embargo, algunas de sus afirmaciones sobre Singapur podrían aplicarse a varios Estados. En un artículo que publicó en 2016 en The Straits Times dijo que los diplomáticos deben tener muy claro que lo que hacen es para el país, no para ellos mismos. ¿Cómo surgieron estos comentarios?

Bilahari Kausikan – Se trata de un fenómeno general entre diplomáticos y, por supuesto, los diplomáticos de Singapur no son inmunes a este problema. En general, los diplomáticos saben mucho sobre el mundo, pero poco sobre su propio país. Cuando era Secretario Permanente traté de cambiar esta situación a fin de que nuestros cursos de formación, en los diferentes niveles de la carrera diplomática, tuvieran un componente sobre las políticas de Singapur. Como diplomático, debes conocer bien a tu propio país, pues de otra forma cómo puedes entender sus intereses. Con demasiada frecuencia la línea entre el interés nacional y el interés personal se vuelve borrosa. Hasta cierto punto es una tendencia humana, pero reducirlo depende no solo del individuo sino de la estructura del sistema, que debe hacer esa distinción y tiene que hacerlo desde arriba, porque si el Ministro de Relaciones Exteriores sufre de este síndrome, lo transmitirá a sus subordinados. Para lograr un cambio, en Singapur tratamos de asegurarnos de que la gente defina su propio interés en términos del interés nacional, lo que permite un mayor crecimiento dentro del organigrama de la Cancillería. De esta manera, a medida que asciendes en nuestro sistema, el sentido de responsabilidad se da por sentado.

AP – En cuanto a la designación de embajadores, ¿cómo es el proceso que se sigue en Singapur?

BK – El nombramiento final de embajadores es ratificado por el Consejo de Ministros. El Ministro de Relaciones Exteriores propone, el Consejo de Ministros dispone. No conozco casos en los que se hayan rechazado nuestras recomendaciones, pero sí sugerencias para que se asignen a un país distinto al propuesto. Hoy tenemos muy pocos nombramientos políticos. En los primeros días de vida independiente teníamos muy pocas personas para esos cargos, pues no esperábamos que el país obtuviera su independencia. En esa etapa casi todos nuestros embajadores eran nombramientos políticos. Ahora solo tenemos a un embajador que no es del servicio exterior, sino que proviene de las fuerzas armadas, pero que ha formado parte del servicio exterior por mucho más tiempo que otros funcionarios. Tendremos a otro embajador, aún no nombrado, que fue un político en retiro que ha sido designado por sus méritos.

Por otra parte, también contamos con embajadores no residentes: son gente de negocios, académicos, personas prominentes en sus propias profesiones que creemos pueden desempeñarse bien como embajadores. En general somos un servicio exterior pequeño, por lo que no podemos abrir misiones residentes en todas partes. Sé que es un sistema único que tuvimos que inventar. Recuerdo que en 1995, cuando era Embajador en México, tuve grandes dificultades para persuadir al entonces Canciller mexicano, José Ángel Gurría, de que en realidad el sistema de embajadores no residentes es mejor, por lo que me acreditaron en México desde Nueva York. Incluso, hay algunos embajadores no residentes que están viviendo en Singapur, pero que están totalmente dedicados a México.

En cuanto a la cuestión económica, no les pagamos mucho, pues su trabajo es un servicio al país. Pagamos los gastos que se generan de su labor y les proporcionamos apoyos personales, pero muchos incluso gastan su propio dinero. Y aunque no pasan por el mismo tipo de evaluación que los oficiales profesionales, también deben aprobar una evaluación formal. Al menos una vez al año los evalúa el Comité Ejecutivo del Ministerio por medio de una presentación mediante la cual informan el estado de la relación bilateral y el trabajo realizado en el país asignado. Debido a que cada embajador, ya sea residente o no residente, anualmente tiene una serie de objetivos a cumplir, los indicadores son la clave de su rendimiento. Esta es una manera de asegurarnos de que sí trabaja aunque no siempre será de manera perfecta. Puede haber casos de nepotismo, pero al menos debe haber coincidencia del interés nacional y del interés personal. No sé mucho acerca de Latinoamérica pero creo que México sufre menos que otros colegas de Latinoamérica que conozco. Y la razón es muy simple: algunos de esos países no son países en realidad, son un negocio familiar.

Si un país no puede ponerse de acuerdo sobre un interés nacional, ¿cómo puede un diplomático conducir la política exterior?

AP – Es interesante que lo mencione, porque usted ha dicho que la cohesión social es crucial para la política exterior.

BK – Si un país no puede ponerse de acuerdo sobre un interés nacional, ¿cómo puede un diplomático conducir la política exterior?

AP – Usted insiste en los marcos teóricos para entender la historia en marcha. Pero a veces estos marcos en lugar de ayudarnos a entender, de hecho, producen un efecto contrario.

BK – Es una cuestión filosófica. El mundo es un lugar muy complicado y es imposible entenderlo a la perfección. Los seres humanos piensan y actúan, así que para mí el hecho de tratar de entenderte puede cambiarme. Siempre necesitamos un dispositivo simplificador. Pero debes saber que existe esta complejidad y tratar de encontrar un marco simplificador. De preferencia lo haces conscientemente, así que cuando pienses que algo está mal, puedes cambiarlo. He descubierto que en política exterior tendrás tantos aciertos como errores, porque las cosas cambian todo el tiempo; la información es imperfecta. A veces la gente trata de engañarte, así que vas a estar equivocado tan a menudo como vas a estar en lo correcto. Decía a mis jóvenes funcionarios: «Si intentas cinco cosas y dos resultan, lo estás haciendo muy bien. Lo importantes es que cuando veas algo que no funciona, cámbialo inmediatamente». Por ejemplo, ¿qué harías si estás en un agujero? ¡Dejar de cavar! Y eso suena simple, pero es muy difícil de hacer en la práctica. En muchos países hay un sistema político particular, una estructura social donde los intereses creados crecen alrededor de un tema e influyen en una dirección política particular. Así que incluso si piensas que algo está mal, podría ser muy difícil cambiarlo.

AP – Sin embargo, algunos países tienen principios de política exterior establecidos hace 100 años, pero hace un siglo el mundo era diferente.

BK – Exactamente, pero debe haber principios fundamentales. Estos son los fundamentos básicos de una política exterior. Pero es importante cómo se aplican esos principios y qué combinación particular puede hacerse, porque algunos principios se contradicen entre sí. Todo depende de las circunstancias particulares, porque el mundo está cambiando constantemente. Para un país como Singapur, que es un país pequeño -y esto no se aplica a México porque es un país grande con una larga historia-, se debe de partir de la primera premisa: ¿cómo me hago relevante? Y la respuesta hoy a esa interrogante puede llegar a ser irrelevante mañana. Además, la forma en que puedo hacerme relevante en relación con México tal vez no es la misma que se aplicaría con Estados Unidos o con Malasia. Pero aun así son necesarios algunos principios, de lo contrario quedarás a merced de los vientos del azar. La forma de aplicar los principios debe ser reevaluada una y otra vez. Esto suena simple pero los intereses creados pueden desarrollarse en torno a ciertas políticas. A veces la pereza en política exterior empuja a un camino equivocado.

AP – Ahora en México, hay una perspectiva complicada de la relación con Estados Unidos, así que algunos insisten en que tenemos que volver a Asia, aunque en realidad nunca nos hemos ido, por ejemplo, acercándonos más a la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ANSEA).

BK – Ni lo piensen. No lo soliciten, porque tendremos que encontrar una manera amable de decirles que no. Tenemos demasiados interlocutores. De hecho, queremos deshacernos de algunos de ellos. Sin embargo, creo que deberían enfatizar más sus relaciones con Asia y desarrollar relaciones con China, la India, Indonesia, Japón y Singapur pero no puedes escaparte de tu geografía.

Por ejemplo, México es miembro del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), pero no creo que los países asiáticos ni los países de Latinoamérica en APEC hayan maximizado su potencial. Hay una organización llamada Foro de Cooperación América Latina-Asia del Este que no funciona muy bien, pero vamos a pensar qué hacer para que funcione mejor. Y en cualquier caso, con o sin Donald Trump, deben desarrollar sus relaciones con Asia.

AP­ – Después de más de 2 décadas del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) las economías se están volviendo cada vez más interrelacionadas.

BK – Eso es un hecho. Por ejemplo, Trump quiere detener las importaciones de las maquiladoras mexicanas que están haciendo productos para Walmart. Pero, ¿quién compra en Walmart? ¡Todos sus partidarios! Y si no reciben esos bienes baratos, ya sea de China o de México, su vida empeorará. Incluso el Tratado Estratégico Transpacífico de Asociación Económica (TPP), no diré que está muerto, sino en un estado de coma profundo. En su esencia no es un tratado tradicional de libre comercio, sino que, en su núcleo, establece estándares para una nueva generación de industrias. ¿Quién tiene la ventaja en la nueva generación de industrias? Las industrias estadounidenses tarde o temprano necesitarán algo como el TPP. Puede que no sea multilateral, podría ser bilateral, y Trump piensa en las cosas más dentro de marcos bilaterales que multilaterales.

No veo a México mirando a Asia como una alternativa ante su vecino difícil. México debe hacer ambas cosas.

AP – Usted conoce la historia de las negociaciones de México y Singapur para un tratado de libre comercio. Estaba listo para ser presentado al Senado mexicano, pero intereses creados en el país lo frustraron. ¿Considera que debe ser desempolvado?

BK – Su tiempo ya pasó. No veo a México mirando a Asia como una alternativa ante su vecino difícil. México debe hacer ambas cosas. Cuando el tratado de libre comercio con Singapur era negociado, hablé con los líderes empresariales de los estados del norte de México que temían que Singapur fuera una puerta trasera para China. Les dije muy francamente: «No vamos a ser una puerta trasera para nadie, y ustedes tendrán que comerciar con China porque, les guste o no, China vendrá a México, así que tienen que adaptarse, pues de lo contrario, serán aniquilados». México tiene que hacer negocios balanceados con China, Corea del Sur, Japón y Singapur. Muchos empresarios mexicanos pensaron que el mercado estadounidense era suficiente y no es así. Esas líneas de montaje irán a otro lugar, así que tienen que subir en la cadena de valor, por lo que tienen que diversificarse, tienen que repartir sus riesgos.

AP – Hay tres puntos interrelacionados que en realidad no corresponden al caso de Singapur, sino a un tema mundial. Sobre el surgimiento de Trump, de Marine Le Pen, de Nigel Farage y de otros políticos de derecha de Europa, usted ha dicho que está ligado a un círculo vicioso de los votantes, desilusionados con los procesos políticos, y también porque los gobiernos no parecen capaces de cumplir sus promesas.

BK – La dictadura es un extremo que debe evitarse, pero también debe evitarse la democracia extrema. Todos los sistemas democráticos son ligeramente disfuncionales por diseño, porque no quieren que el poder esté demasiado concentrado. Son disfuncionales porque tienen controles y equilibrios y creo que Europa han llegado al extremo democrático. Por ejemplo, en Europa se habla de populismo, pero creo que Latinoamérica tiene más experiencia sobre el populismo que en cualquier otro continente: lo llaman peronismo o chavismo. Pero, ¿qué es el populismo? Es un extremo de la democracia, porque tal vez escuchas demasiado al pueblo. Hay una historia sobre un político francés del siglo XIX, Alexandre Auguste Ledru-Rollin, quien dijo: «Ahí va la multitud; debo seguirla porque soy su líder». En Europa y en Estados Unidos los valores de la élite se han distanciado tanto de los valores del electorado que supuestamente representan que han generado movimientos de derecha como el brexit y el triunfo de Trump. Esto es una revuelta tanto cultural como económica. Hace 2 años escuché hablar a Mario Monti sobre los refugiados sirios y me pareció bastante raro su argumento, pues venía de un político democrático de un continente que habla a todos sobre la democracia, pues dijo: «Esta es una crisis política debido a que la idea de Europa es demasiado abstracta para que la gente la entienda». Quizá porque Europa está equivocada, tal vez la gente entiende esa idea demasiado bien y no le gusta. Dije a Shanmugam, entonces mi Ministro de Relaciones Exteriores: «Jefe, escuché esto hace mucho tiempo, comentarios insultantes sobre los latinos, los negros, las mujeres, los homosexuales». Shanmugam me preguntó: «¿Qué quieres decir?» Le dije: «A finales de 1970, cuando yo era estudiante de posgrado en Nueva York, no pasé mucho tiempo estudiando, sino que frecuentaba muchos bares. He oído todas estas cosas hace 40 años, pero hace 40 años se emborrachaban y lo murmuraban, pero ahora todos han salido y fueron a votar por Trump. Y algo así ocurrió en Europa y en Asia: Duterte en Filipinas, Jokowi en Indonesia. No son políticos del sistema. Ambos ganaron contra la élite. En la India, Modi no es un político del sistema, sin que ganó contra la élite, el Partido del Congreso.

AP – Un tema un tanto ajeno para Singapur, es el de la corrupción. Algunas personas dicen que hay dos tipos de corrupción: la que acepta la maquinaria para que las cosas funcionen y la otra que es solo un obstáculo.

BK – También hay corrupción en Singapur, pero no de manera sistémica, como en otros países, incluso asiáticos. Por ejemplo, Indonesia era un país muy corrupto bajo el mandato del presidente Suharto, y aun así creció muy rápido. ¿Cuál es la diferencia? Que hay corrupción al mayoreo y corrupción al menudeo. En la corrupción al mayoreo se le paga a un jefe, y como hombre de negocios reconozco que es un costo adicional que, si lo pueden pagar, lo pagan. Moralmente no está bien, pero al pagar los servicios, les cumplen y se logra el objetivo. En algunos países donde hay corrupción al menudeo, pago y pago, pero no pasa nada. Si fuera un empresario, me abstendría de hacer negocios allí.

Incluso hay corrupción en otros niveles, como en el multilateral. Por ejemplo, lo he visto en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), aunque no le llaman corrupción, sino ayuda o cooperación. Un Exsecretario mexicano, que estaba en la ONU, se rió mucho de esta «cooperación» que ofrecíamos. Y por lo general esta es la práctica de los países que condenan la corrupción en todas sus formas y hablan de un buen gobierno.

AP – El profesor Kishore Mahbubani en The ASEAN Miracle pide el premio Nobel de la Paz para esta organización. ¿Cómo ve los 50 años de la ANSEA con sus fortalezas y sus debilidades?

BK – La ANSEA ha mantenido la paz en el Sudeste Asiático durante 50 años y este es un logro notable. Sin embargo, el premio Nobel de la Paz se ha convertido en una completa farsa. El logro de la ANSEA en el mantenimiento de la paz no necesita una afirmación externa artificial.

ALEJANDRO PESCADOR es Ministro en retiro del Servicio Exterior Mexicano. Es miembro del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (Comexi), del Chatham House y del International Institute for Strategic Studies. Sígalo en Twitter en @TequilaPriest1. Esta entrevista ha sido editada y resumida para ajustarse al formato de la publicación.

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