Hecho en China: la plataforma de ascenso de una potencia mundial

30 noviembre, 2017 • Artículos, PJ Comexi, Portada • Vistas: 12950

Reuters-China Daily

Mónica Trigos Padilla

Una colaboración del Programa de Jóvenes del Comexi

Noviembre 2017

El 18 de octubre de 2017, el presidente chino Xi Jinping pronunció un discurso memorable en el marco del XIX Congreso del Partido Comunista Chino: anunció que China está lista para asumir el papel de «gran potencia» en el escenario internacional. Pero la transformación del gigante asiático ha sido evidente desde hace años. De ser un país cerrado al exterior, ahora se presenta como una potencia mundial, que ofrece una alternativa en la narrativa mundial. Esto lo ha logrado por medio del incremento y la combinación del poder duro y del poder blando. Su estrategia formal de poder blando ha estado enfocada en cuatro directrices: 1) el desarrollo económico dentro de un ambiente de cooperación; 2) la búsqueda del fomento de la paz y el desarrollo internacional; 3) la difusión de su historia y su cultura tradicional y contemporánea, y 4) el manejo de los medios de comunicación. Esto, con el objetivo de contrarrestar las percepciones negativas que se tienen del país y fortalecer el carácter nacional. Sin embargo, esta estrategia ha sido cuestionada en el escenario internacional por su implementación y su funcionalidad.

En 1990, Joseph Nye definió el poder como la capacidad de influir en el comportamiento de los demás para obtener los resultados que uno desea. Para lograrlo existen dos opciones, hacerlo por medio de la coerción en función del poder militar o económico (poder duro) o de la atracción, por medio de la cultura, los valores, ideales y política exterior (poder blando). Es importante destacar que el poder blando no solo surge de los Estados, pues también puede provenir de los actores no gubernamentales.

Esta teoría surge después de la Guerra Fría en un escenario internacional interdependiente, globalizado, con nuevos actores y con una revolución tecnológica e informática. De esta manera el poder blando, al ser una alternativa con la posibilidad de generar mayores beneficios y menores costos, se convierte en un mecanismo para contrarrestar los efectos negativos que existen por la guerra. A pesar de esto, resulta complejo considerar que el poder blando se contemple como un medio necesario para guiar la política exterior de un país. Por un lado, porque es un mecanismo que muestra resultados en el largo plazo y, además, su medición (al limitarse solo a índices internacionales) presenta restricciones metodológicas considerables. Finalmente, se podría ver como un mecanismo que se basa en la manipulación de las ideas, en percepciones distorsionadas que no están fundamentadas en la realidad.

Con respecto al poder duro, China es el país más poblado del mundo con alrededor de 1400 millones de habitantes (19% de la población mundial) y es la segunda economía más grande (14.8% de la economía mundial). Aunado a lo anterior, desde 1990 ha implementado un programa de modernización militar incrementando el presupuesto y la adquisición de tecnología extranjera. Acompañado de esta estrategia de posicionamiento militar, el gobierno chino ha instalado su primera base militar localizada en Yibuti, así como islas artificiales en el mar de China Meridional. Su posición militar se sostiene en la defensa de su país y en la no intervención militar en otros países para imponer su voluntad (con excepción de Taiwán). En términos económicos, su iniciativa «belt and road» transmite el mensaje de que se invertirán miles de millones de dólares en infraestructura en el exterior para la prosperidad del mundo.

Reuters-Kim Kyung-Hoon

Por otro lado, hace aproximadamente una década China empezó a utilizar el poder blando como herramienta de posicionamiento y se estima que ha invertido miles de millones en la implementación de su estrategia para lograrlo. En 2007, el presidente Hu Jintao planteó la necesidad de su elaboración y en 2013, con la llegada de Xi, esto tomó aún más relevancia y se decidió incluir como un elemento clave del «sueño chino».

Si bien la influencia china predomina principalmente en Asia, el gobierno ha invertido recursos para aumentar su presencia en países en vías de desarrollo, logrando avances considerables en África y el Medio Oriente. En términos económicos, ha llegado a negociar zonas de libre comercio con el Sudeste Asiático. Por otro lado, se ha involucrado en las Operaciones para el Mantenimiento de la Paz y ayuda humanitaria al mandar un gran número de efectivos para formar parte de los cascos azules de la Organización de las Naciones Unidas.

Con respecto a Latinoamérica, a pesar de que el intercambio comercial (principalmente de materias primas) se ha desacelerado desde 2012, China continúa siendo uno de los socios comerciales más importantes de algunas economías latinoamericanas. Es importante resaltar la creación del Foro China- Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños en 2015 para la consolidación de las relaciones en la región. Con respecto al establecimiento de relaciones diplomáticas, también ha habido progreso en la región en cuanto a su formalización.

Asimismo, proyectos como las ciudades hermanas, el proyecto nacional de voluntariado y actividades de intercambio forman parte de la estrategia del gobierno chino para fortalecer los vínculos con otros países del mundo. En materia diplomática, cuentan con oficiales que hacen viajes a las regiones en las que tienen intereses estratégicos. Su participación en foros multilaterales ha crecido, así como en las organizaciones regionales para mejorar su reputación y expandir su influencia. También, ha sido sede de grandes eventos internacionales como las Olimpiadas de 2008, y en 2022 encabezará los Juegos Olímpicos de Invierno.

Otra herramienta de atracción que utiliza se encuentra en el ámbito educativo, ya que cuenta con un gran número de programas de intercambio. Un gran ejemplo son los Institutos Confucio, mismos que abarcan desde la enseñanza del idioma, hasta la cultura. A diferencia de otros modelos, estos Institutos operan en colaboración con universidades de otros países (actualmente existen alrededor de 500 Institutos). En la misma línea, el gobierno ha implementado programas que incentivan a estudiantes extranjeros a formarse en sus universidades (actualmente hay alrededor de 400 000).

Todo este conjunto de acciones tienen un plan mediático que busca contar la historia desde el enfoque del gobierno chino, tratando de hacer contrapeso a la prensa internacional y al enfoque occidental. Dicho plan cuenta con dos pilares: 1) la CCTV, organización mediática internacional que promueve su presencia en el exterior, por medio de la televisión, el radio y el internet en diversos idiomas; y 2) Xinhua, una agencia de noticias del Estado que tiene canales en inglés y en chino las 24 horas.

Si bien una de las debilidades del poder blando es que resulta difícil de medir, existen diferentes clasificaciones y encuestas de opinión pública para analizar el estatus de cada país en el panorama internacional. En el Soft Power 30 de 2017, China aparece en el número 25, asimismo, en el Monocle Soft Power 2016/2017 aparece en el lugar 20 de 25, por el uso de este poder. Según la encuesta del Pew Research Center sobre la imagen de China, publicada en julio de 2017, la media global (38 países encuestados) muestra un 47% de opinión favorable, contra un 37% de opinión no favorable. Por otro lado, en un estudio de popularidad entre China y Estados Unidos en 36 países, China es particularmente popular en Latinoamérica y el Medio Oriente, mientras que Estados Unidos tiene mejores resultados en Europa y Asia Pacífico. En las encuestas de los últimos años, en términos de una media global, Estados Unidos tenía una ventaja de 12% con respecto a China; en el estudio de 2017 la media es de 2%.

Reuters-Tyrone Siu

Así, con el uso de ambos tipos de poder, el gobierno chino busca fortalecer la credibilidad en el modelo que han implementado para hacer frente a la globalización. Las principales críticas a dicho modelo son producto del régimen de partido único, el autoritarismo, la censura, el control de los medios de comunicación, las carencias en su sistema de derechos humanos, la represión al interior y contra el Tíbet, la corrupción y la contaminación. Según el Pew Research Center, en promedio, de 38 países encuestados, el 58% cree que el gobierno chino no respeta las libertades personales de su gente. Cabe mencionar que la teoría establece que el poder blando deriva del Estado, de los actores no gubernamentales y de la sociedad civil. Cuando Estados autoritarios niegan al público internacional la habilidad de tener acceso directo con la sociedad civil doméstica, contaminan el potencial de un elemento clave de este poder. Estos elementos pueden limitar al gobierno chino, convirtiéndolo en un país poco atractivo por sus acciones.

No queda duda de que China ha incorporado algunos aspectos del mundo occidental en términos económicos, sociales y de desarrollo cultural, pero solo aquellos que encajan en su visión. En el uso de poder blando, desafía el concepto universal de derechos humanos y de valores, y busca reemplazarlo con los «valores socialistas de igualdad, desarrollo económico y armonía». Para Occidente es difícil conciliar la dualidad entre las acciones que toma al interior comparadas con aquellas que toma al exterior, así como aquellas regidas bajo el poder duro, comparadas con la imagen que quiere proyectar mediante el uso del poder blando.

Es evidente que su presencia y reconocimiento internacional van en aumento. La mezcla de estos hechos, la reciente demostración de fortaleza al interior de su partido, así como la proyección internacional de una imagen asertiva sobre la globalización, el libre comercio y el cambio climático, han nutrido el liderazgo chino en el escenario internacional. Por lo que, dada la coyuntura, será interesante ver qué pasos seguirá Xi y si continuará con esta estrategia de poder blando al estilo chino. Como en alguna ocasión dijo el Ex Primer Ministro de Singapur, Lee Kuan Yew «China quiere ser aceptada como China, no como un miembro honorario de Occidente».

MÓNICA TRIGOS PADILLA es licenciada en Relaciones Internacionales por el ITAM, cuenta con estudios de Diplomacia Pública en la Unviersity of Southern California (USC). Trabajó en la Jefatura y Subjefatura de la Presidencia de la República. Es Asociada Joven del Programa de Jóvenes del Consejo Mexicanos de Asuntos Internacionales (Comexi). Sígala en Twitter en @moniquitri.

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2 Responses to Hecho en China: la plataforma de ascenso de una potencia mundial

  1. ANA MARIA PADILLA CHIE dice:

    Super Felicidades a Lic. MÓNICA TRIGOS PADILLA….

  2. Manuel Alvarado dice:

    Me encanto el contenido muchísimas felicidades Monica

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