¿Hacia una nueva América?

16 abril, 2015 • Entrevistas, Latinoamérica, Norteamérica, Portada • Vistas: 5699

Stephen Crowley / The New York Times

Stephen Crowley / The New York Times

Lo que nos deja la Cumbre de las Américas

Entrevista FAL a Natalia Saltalamacchia

avatarDefault Gerardo R. Valenzuela y Sergio E. López-Araiza

Abril 2015

Después de las expectativas generadas alrededor de la Cumbre de las Américas, celebrada el 10 y 11 de abril en Panamá, el mundo fue testigo del encuentro de los presidentes Barack Obama y Raúl Castro. Este hecho fue catalogado como histórico, no solo por lo que representa para el proceso de acercamiento entre Cuba y Estados Unidos, sino también por un posible cambio en las relaciones continentales. Por tal motivo, el equipo editorial de Foreign Affairs Latinoamérica se reunió con Natalia Saltalamacchia, profesora del Departamento de Estudios Internacionales del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) para analizar los resultados alcanzados durante la cumbre de Panamá. Siga a Natalia Saltalamacchia en Twitter en @NataliaSaltalam.

Foreign Affairs Latinoamérica – Los días previos a la Cumbre de las Américas había muchas expectativas, se hablaba incluso de que sería histórica. Sin embargo, se habló más de las expectativas de la Cumbre que de la Cumbre en sí. ¿Realmente fue una cumbre histórica? ¿Por qué no han trascendido mayores detalles de los resultados concretos? ¿No hay nada de qué hablar?

Natalia Saltalamacchia – En realidad hay mucho de qué hablar. Yo sí vi cobertura en los medios de comunicación que se especializan en asuntos internacionales y quizás esa no es una muestra muy representativa de todos los medios de comunicación. Sin embargo, todos los que he leído coinciden en afirmar que el acercamiento entre Cuba y Estados Unidos recibe el adjetivo de histórico, que abre una nueva era en las relaciones interamericanas y consideran que es el principal resultado de esta Cumbre.

Lo cierto es que no se daba por descontado que iba a salir bien, por eso también la noticia es noticia. En los días previos a la Cumbre se hablaba de la posibilidad de que las sanciones en contra de Venezuela enturbiaran el ambiente de tal forma que al final no se dieran ni el apretón de manos ni la reunión que sostuvieron los dos presidentes en privado durante una hora. También se hablaba de que podía haber enfrentamientos a nivel de sociedades en las calles de Panamá que pudieran generar un descarrilamiento del proceso. Al final, sí se dieron algunos enfrentamientos, pero fueron contenidos y no llegaron a enturbiar la Cumbre.

Fue una reunión histórica de la cual vamos a escuchar hablar muy seguido en los libros en el futuro, así como se habla de 1962 cuando se decidió suspender a Cuba de la participación de la Organización de Estados Americanos (OEA) -fecha que los especialistas en Relaciones Internacionales tenemos muy presente-, por lo que considero que 2015 será un año que se va a recordar.

FAL – Como bien lo comentó, el tema que predominó en la reunión fue el acercamiento entre Cuba y Estados Unidos. Sin embargo, aún faltan por materializarse algunas de las medidas anunciadas. ¿Podemos esperar que la Cumbre arroje más que la fotografía del encuentro de Barack Obama y Raúl Castro?

NS – Bueno, la Cumbre arrojó eso, pero en realidad arrojó otra cosa. Ahora sabemos, en retrospectiva, que las conversaciones habían iniciado un año y medio antes de su anuncio en diciembre de 2014, no a nivel de Jefes de Estado pero sí a nivel de negociadores muy discretos que habían sido designados por ambos lados. Lo que la Cumbre le aportó a ese proceso fue velocidad porque, ahora sabemos, querían llegar a ese momento con un grado de avance suficiente para comprobar si realmente podían estar los dos sentados en el mismo foro internacional.

En ese sentido la Cumbre fue también un catalizador del proceso de acercamiento, lo cual es muy interesante. Creo que la Cumbre dio lo que tenía que dar y, si lo vemos históricamente, no es poca cosa, aunque en ese proceso de acercamiento aún faltan muchos pasos como abrir las embajadas, para lo cual hay que quitar a Cuba de la lista de Estados terroristas, así como seguir avanzando en una potencial visita del presidente Obama a La Habana, que se dice quiere hacer en 2016. Sería un gran cierre de su presidencia pero un gran problema para la candidatura de Hillary Clinton.

AP

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FAL – Por otra parte, luego del decreto que Estados Unidos anunció para establecer sanciones contra funcionarios del gobierno de Venezuela, se esperaba a un Nicolás Maduro más retador que dividiera en bloques a los mandatarios que asistieron a la Cumbre ¿Por qué el cambio tan repentino en el discurso de Maduro? ¿Se doblegó, como probablemente dirán algunos, ante Estados Unidos?

NS – No creo que se haya doblegado. Hay varios datos que nos ayudan a entender ese comportamiento. El primero tiene que ver con que Cuba es un factor de moderación de Venezuela. A veces es difícil entender que el país más chico y pobre sea el que tenga el liderazgo político, pero eso es lo que pasa en la relación Cuba-Venezuela. Cuba es un país que aporta una autoridad moral para el gobierno bolivariano de Hugo Chávez y de Maduro  que hace que la diplomacia cubana lleve el liderazgo y que la diplomacia venezolana sea sensible a lo que los cubanos requieren y piden.

Por un lado, Cuba, interesada en que todo saliera bien, hizo lo posible por moderar a Maduro. Por el otro, Estados Unidos hizo lo propio al enviar al consejero Thomas Shannon a Caracas como representante «extraoficial» para hablar directamente y mejorar las posibilidades de que no hubiera un desaguisado muy grande. Entonces, hubo una manifestación de buena voluntad también de la Casa Blanca y esas dos cosas también ayudaron.

FAL – ¿Y va a prevalecer este clima armonioso después de la Cumbre o regresará la relación tensa entre Estados Unidos y Venezuela? 

NS – Desde hace tiempo hemos visto que Maduro busca la distención porque al que menos le conviene este enfrentamiento es a un gobierno que está económicamente muy debilitado, que tiene enormes fracturas al interior de su propio país y que enfrenta todos los problemas internos posibles.

Entonces, Maduro ha tratado de tender la mano y la Casa Blanca no la toma, porque seguramente Washington busca no fortalecer la posición de Maduro, sino dejar que el proceso de deterioro venezolano siga su propio curso. Creo que Maduro va a tratar de continuar con la distención, aunque no sé hasta donde llegue.

FAL – Por otro lado, quien definitivamente no pretendía moverse hacia un escenario menos tenso fue Cristina Fernández. ¿Cómo podemos entender ese cierre de su presencia en la Cumbre de las Américas?

NS – Para poder responder esta pregunta primero tengo que decir que probablemente uno de los mejores discursos que escuché en la Cumbre fue el del Presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina. Habló sobre la Cumbre de las Américas, sobre lo que su país espera de ese proceso, como llegar a un paradigma compartido en la lucha contra las drogas y que se consolide una posición conjunta del continente en la próxima Asamblea General de las Naciones Unidas sobre Drogas en 2016. Es decir, este es un presidente que tiene muy claro para qué quiere el sistema interamericano, cuáles son sus prioridades de política exterior y aprovechó ese espacio para hablar sobre esos temas.

Lo menciono porque este debería ser también un tema de México, pero en realidad fue Cristina Fernández la primera que lo abordó. Sin embargo, no entendió que ese era un momento histórico en el que los protagonistas eran Cuba y Estados Unidos y que el histrionismo y los tonos beligerantes en contra de Washington en ese momento no abonaban a la causa general del continente que era lograr que la Guerra Fría termine por fin en 2015. Creo que esta parte se le escapó. Esto no lo interpreto como un error coyuntural, porque creo que es una mujer inteligente, sino más bien como la oportunidad que vio Cristina Fernández de cobrarle a Obama el que no haya sido lo suficientemente tenaz para evitar los efectos de las sentencias del juez Thomas Griesa en el caso de los «fondos buitres». Hay algunas medidas ejecutivas que el Presidente pudo haber implementado para ahorrarle a Argentina muchos dolores de cabeza y que, por distintos motivos, decidió no ejecutarlas. Entonces, ahí hay una insatisfacción de fondo que se vio reflejada en esta beligerancia.

FAL – En medio de estos encuentros, de estos protagonismos de Cuba y Estados Unidos, ¿en dónde quedó la participación de México? ¿Cuál fue su aportación a la Cumbre?

NS – México quedó muy desdibujado, con perfil bajísimo. Hay que entender que la Asamblea Plenaria es el momento más visible de la Cumbre de las Américas aunque lo que ahí se logra sea solo una parte. Es decir, los objetivos de un país no se agotan con la participación de su presidente en la Asamblea. Sin embargo, es el momento estelar que debe aprovechar para poner sobre la mesa los dos o tres puntos que más le interesan, en este caso relacionados con la agenda continental.

FAL / Héctor Guerrero

FAL / Héctor Guerrero

Desde este punto de vista, el Presidente de México desaprovechó la ocasión. No hizo referencia a los temas de política exterior que le pueden preocupar a nuestro país y, de manera protocolaria, solo se limitó a saludar a la Presidenta de Chile por su ausencia, a felicitar a los amigos cubanos y estadounidenses, a aplaudir el proceso de paz de Colombia, para después hablar de las reformas estructurales. Me parece que equivocó el foro para hablar nuevamente de las reformas porque era un espacio neto de política exterior. Este discurso nos hace pensar que quizás al Presidente le interesa muy poco la política exterior. Podemos estar equivocados, pero al menos esa imagen es la que queda.

Es una pena que no se haya utilizado la Cumbre de las Américas para plantear la agenda propositiva de México en el sistema interamericano. En los últimos meses, la Cancillería solo reacciona ante críticas que vienen de fuera, como a las críticas del papa Francisco, a las del expresidente José Mujica o a las del Relator de la ONU sobre la Tortura. Hace tiempo que no vemos que haya un conjunto de iniciativas de política exterior que resulten importantes y atractivas, que nos permita discutir sobre alguna agenda sustantiva y positiva que provenga del edificio Tlatelolco. Me parece que la Cancillería haría bien en salir del «modo reactivo», cambiar la conversación y hablar sobre las propuestas que México va a poner sobre la mesa y que conviene empujar.

Por ejemplo, ¿qué viene Dilma Rousseff próximamente a México? Perfecto, pero que no sea solo una visita protocolaria, a lo mejor podemos revivir la idea del Acuerdo de Asociación Económica con Brasil. O bien, ¿se está complicando la relación con los órganos de derechos humanos de la ONU? Pues que el gobierno de México retome la iniciativa y demuestre que puede diferir con un relator pero sigue siendo aliado del sistema y también del sistema interamericano; a lo mejor podría encabezar una iniciativa para resolver el tema del financiamiento a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que tanto urge.

FAL – Comentaba que para los estudiosos de las relaciones internacionales, 2015 será un año clave. ¿Podemos hablar de unas relaciones interamericanas antes y después de 2015?

NS – Quisiera ser cautelosa porque jugar a las profecías siempre es muy difícil. Podemos decir que hay señales que tendencialmente podrían marcar algunos cambios. Para empezar, es probable que exista un mayor interés de Estados Unidos en Latinoamérica durante la última etapa del gobierno de Obama. De manera paralela al acercamiento a Cuba, Obama pasó por Jamaica y se reunió con representantes de los países del Caribe, poniendo sobre la mesa una iniciativa de provisión de energía que competiría con Petrocaribe, la iniciativa financiada por Venezuela. Esto significa que Estados Unidos está cortejando al Caribe para captar los votos que tiene en distintos foros internacionales y para recuperar el liderazgo en esa zona.

También Obama habló con los presidentes del Sistema de Integración Centroamericana (SICA) sobre la nueva iniciativa para impulsar la prosperidad y tratar de generar las condiciones para que la migración disminuya. Sin embargo, va a proponer destinar mil millones de dólares a esta iniciativa que quizás el Congreso no apruebe.

Una tercera señal de interés que han señalado varios analistas es el envío de Bernard Aronson como representante de Estados Unidos al proceso de paz de Colombia. En general, Washington había sido rejego de que hubiera negociaciones con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), por lo que se mantenía como alejado. Ahora, nombra a este representante con el ánimo de hacer todo lo posible para que estas pláticas progresen. Aunque hay señales, siempre hay que ser cautelosos porque el presidente, en muchos sentidos, decide poco ya que necesita el respaldo del Congreso que ahora está dominado por republicanos.

Por otro lado, también veo un potencial cambio al observarse una menor polarización. El hecho de que Cuba quiera cuidar su proceso de acercamiento con Estados Unidos va a hacer que haya moderación en las decisiones que se tomen en el seno de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) o en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).

En general, me parece que se abren estas perspectivas con otro ingrediente: los países que asumían el liderazgo en Sudamérica, como Brasil y Venezuela, están de capa caída por problemas internos, por lo que tampoco harán una política de tensión que eleve la apuesta de entrar en contradicciones con Estados Unidos. Entonces, creo que podemos prever un año más tranquilo que los anteriores. Y México tiende a beneficiarse cuando las relaciones norte-sur en el continente fluyen mejor, así que ojalá la Cancillería pueda aprovecharlo.

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 GERARDO R. VALENZUELA y SERGIO E. LÓPEZ-ARAIZA son Productor Editorial y Community Manager de Foreign Affairs Latinoamérica respectivamente. Sígalos en Twitter en @ForeignAffairsL y @selopab.

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