Entre Guaidó y Maduro

27 febrero, 2019 • Latinoamérica, Opinión, Portada, Sin categoría • Vistas: 3445

México ante la crisis política en Venezuela

Oficina de Comunicación del ITAM

 Paulina Riveroll, Jacqueline Montealegre y Luis Esteban Gómez

Febrero 2018

Frente a la crisis venezolana, y luego de que Juan Guaidó se proclamara Presidente Interino, la comunidad internacional se dividió en dos bandos: los que reconocían al gobierno de Nicolás Maduro y los que respaldaban la presidencia de Guaidó. En este contexto, México optó por acogerse a la Doctrina Estrada y no apoyó abiertamente a ninguna de las dos posiciones, por lo que se pronunció, desde la neutralidad, junto a Uruguay, a promover un diálogo político para buscar una solución al conflicto. Esta decisión generó múltiples comentarios, por lo que la representación de estudiantes de Relaciones Internacionales del ITAM, Rakonto, organizó una conferencia en la que académicos de dicha institución analizaron la posición mexicana ante la crisis que enfrenta el país bolivariano.

El bajo perfil de México

La primera ponente en tomar la palabra fue la profesora del Departamento de Estudios Internacionales del ITAM, Olga Pellicer, quién describió que la primera, y más probable causa, de la posición mexicana en cuanto a la crisis de Venezuela era la relación entre la política exterior y la política interna. Para la Exembajadora hay dos preguntas esenciales que debe hacerse cualquier analista de política exterior en el marco de la situación venezolana: ¿hasta dónde la política exterior se determina desde la política nacional y hasta dónde son los factores externos los que pueden contribuir a la democratización de un país? De igual manera, mencionó que es importante considerar tanto el ambiente regional como el interno para poder comprender mejor la política externa del nuevo gobierno mexicano.

En cuanto a la situación nacional, Pellicer recalcó que la crisis en Venezuela ha sido utilizada en numerosas ocasiones, en especial durante las campañas presidenciales, para comparar al presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador con Hugo Chávez o argumentando que sus políticas llevarían a la «venezonalización» de México. Además, la académica comentó que, tras el protagonismo mexicano durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, con el nuevo gobierno se dio un giro a la política exterior, centrada en la política interna.

La Exembajadora mencionó que el ambiente regional también tiene un papel muy importante en la definición de la posición mexicana. Por un lado, la llegada de Jair Bolsonaro como la opción de ultraderecha genera un contrapeso importante en la región. Por el otro, el reconocimiento estadounidense a la oposición le da una fuerza a los reaccionarios de Maduro que antes no habían tenido. Pellicer también mencionó que, fuera del continente hay actores, como Rusia, cuyo interés geopolítico tomara una gran importancia para la toma de cualquier decisión a nivel internacional, o la Unión Europea que, a pesar de tomar una posición similar a la mexicana, actúan como grupo que exige la realización de nuevos comicios.

Destacó que México ha quedado con poco espacio de maniobra al posicionarse en un grupo de países tan reducidos. De igual manera, Pellicer mencionó que el valor del diálogo no dependerá de los actores que estén involucrados sino de hasta dónde es posible que el régimen cuente con la lealtad del ejército y el apoyo popular. En caso de que exista una mediación, el único resultado que, hasta el momento se ve viable, es la salida de Maduro al exilio; sin embargo, no está aún claro si el diálogo se concretará.

Terminó diciendo que la fuerza interna de López Obrador no depende de lo que pase con Venezuela, ya que ha mostrado cierto desinterés hacia la política exterior. Sin embargo, para el prestigio internacional de México se debe de tener una posición clara, sobre todo por la redefinición de las posiciones de poder en el continente, pero también es importante considerar nuestra posición geopolítica principal: no pelearse con Donald Trump. Si eso tiene prioridad es mejor que México tenga un bajo perfil sobre la crisis venezolana.

Un punto de inflexión

Por su parte, el embajador Jorge Álvarez Fuentes señaló que, sin duda, la crisis venezolana es la primera gran prueba de política exterior que tiene López Obrador. Mencionó que, en la tradición política mexicana, la Doctrina Estrada ha servido para múltiples propósitos cuando se trata de encontrar espacios de ambigüedad. «Abstenerse de reconocer o no reconocer Estados es una medida precautoria para que la comunidad internacional tampoco se entrometa en los asuntos internos mexicanos», puntualizó el también académico. Añadió que la principal guía de esta Doctrina es que dicho reconocimiento lastima la soberanía, por lo que las acciones que se deben de tomar en lugar del reconocimiento son las de terminar o establecer relaciones diplomáticas.

En el caso de Venezuela y la política del nuevo gobierno, Álvarez Fuentes comentó que, a pesar de que la embajadora haya sido llamada a consultas, la representación ante el gobierno de Maduro recae en el encargado de negocios, el cual sí fue a la investidura de Maduro. De igual manera, mencionó que la respuesta ante el Grupo de Lima fue un distanciamiento importante que marcó la política mexicana del gobierno de López Obrador. Si bien, México y Uruguay son los principales promotores del diálogo, en la opinión del académico, el peso político recaerá en el Presidente de México, por lo que es necesario un posicionamiento factual y no solo verbal. No obstante, con la actual posición mexicana necesitará mucha diplomacia y capital político para lograr que el diálogo propuesto funcione.

Señaló que, aparentemente, a López Obrador no le gusta el protagonismo internacional que pueda derivarse de la crisis venezolana. Además, destacó la importancia de considerar que la respuesta mexicana no ha sido bien recibida internacionalmente y que la posición en la región pueda verse afectada debido a la retórica de neutralidad. «La situación venezolana representa un punto de inflexión para México en el cual tendrá que determinar si habrá política exterior y de qué política exterior estaremos hablando durante el próximo sexenio», concluyó.

Presionar para una transición democrática

Para Natalia Saltalamacchia, profesora del Departamento de Estudios Internacionales del ITAM, la situación de Venezuela presenta diversos dilemas para México, país que cuenta con interés en tener voz e influencia en la situación regional. Tanto al comenzar como al finalizar su ponencia, insistió en la importancia de ver los matices de la situación, en vez de analizarla meramente en blancos y negros, ya que la complejidad del tema es alta.

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Al hablar sobre el contexto regional actual, comentó que es importante que México participe en la gestión de la crisis venezolana para no dejar todo el espacio de influencia a los nuevos gobiernos de derecha radical en Latinoamérica, como el brasileño o el colombiano. Esto es importante no por razones ideológicas sino porque ponen sobre la mesa posiciones distintas que a las que México sostiene, no solo ante Venezuela, sino en otros temas que son importantes para nosotros, como por ejemplo la migración y la política de drogas. «Del lado mexicano, se ha transitado hacia un enfoque de derechos humanos, menos punitivo, mientras que los nuevos gobiernos latinoamericanos de derecha están observando estos temas desde un punto de vista de seguridad más agresivo», dijo la académica. Además, destacó que se debe prestar atención a la gran afinidad que dichos gobiernos han manifestado con el gobierno estadounidense de Trump. A la vez, mencionó que el orden mundial se está reacomodando, por lo que también es necesario tomar en cuenta qué significa el escenario venezolano para la política global.

A pesar de la preponderancia de Estados Unidos, Saltalamacchia insistió que se debe de evitar que regrese a su papel de «policía» de la región latinoamericana, puesto que sería peligroso. En ese sentido, México no debe de alentar que se abra un ambiente de influencia estadounidense desmedida en los asuntos internos de los países latinoamericanos. Comentó que los países con menor poder relativo, como lo es el caso mexicano, se adhieren por buenas razones al principio de no intervención (especialmente cuando se define como el rechazo al uso de la fuerza, no necesariamente cuando se trata de reivindicar la importancia del respeto a los derechos humanos) y a la doctrina clásica de reconocimiento de Estados y gobiernos. Sin embargo, con este cambio regional de fuerzas y la situación venezolana, Estados Unidos podría vulnerar algunos de estos principios, lo que marcaría un regreso a las intervenciones que ocurrieron durante la Guerra Fría. «Decir que Estados Unidos podría intervenir militarmente -si bien tal vez no de manera tradicional, sino a través de alguna operación de inteligencia- no es una exageración, sino más bien una posibilidad», dijo la académica.

A pesar de los intereses que pueda tener Estados Unidos en Venezuela, comentó que no se debe de ver a Guaidó como un títere de ese país, pues sería restarle importancia a la valentía civil que ha mostrado la oposición venezolana por años, recordando que el Presidente de la Asamblea Nacional fue uno de los líderes de las protestas estudiantiles años atrás. Al mismo tiempo, no podemos hacer caso omiso de lo que esa alianza significa en términos de las consecuencias regionales. Por otro lado, también dijo que es cierto que la situación de la oposición ahora es un poco más equilibrada frente a Maduro por el factor de presión internacional, y con ello se podría abrir el espacio para una transición pactada.

Comentó que, desde el punto de vista del Derecho Internacional, la posición mexicana frente a la crisis venezolana tiene sentido. Sin embargo, dijo que la pregunta verdadera para México es qué gobierno queremos ser. Insistió en que el triunfo de López Obrador es el resultado del progreso democrático que ha tenido nuestro país, por lo que no hay que olvidar la importancia de la lucha democrática. Además, mencionó que existen razones pragmáticas para esta misma lucha: los gobiernos autoritarios típicamente tienen una política exterior más beligerante, que puede causar inestabilidad. «Si bien no queremos que se haga uso de la violencia, también se debe de ser más elocuentes para presionar para una transición democrática», apuntó.

¿México se rezaga?

Durante su participación, el académico Horacio Vives mencionó que lo ideal sería que la posición de México fuera exitosa con pura diplomacia. Sin embargo, aseguró que eso, en realidad, no va a pasar. Señaló que para el lopezobradorismo el asunto de Venezuela es complicado porque es difícil de acoplar a ese discurso. Dijo que el 4 de enero de 2019 marcó una posición muy clave de un México que se está quedando rezagado a la hora de las definiciones. Mencionó que comprende el contexto internacional y el movimiento hacia la derecha en la región, pero destacó que se debe pensar en las democracias de Occidente en su conjunto y no solo en el elenco de «impresentables» en Latinoamérica, como Trump, Bolsonaro, entre otros. Expresó que la posición de México se debe, quizá, a tratar de evitar en un futuro críticas sobre cuál es la política nacional. A eso se podría atribuirle el que el gobierno mexicano sea tan enfático en no meterse y no tener una agenda agresiva en términos de política exterior y, al contrario, estar reservados y neutrales.

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Para Vives, la política exterior está teniendo distintos tipos de acercamientos con otros países. De cierta forma, están mostrando filias con gobiernos que se prometen como progresistas, pero de eso les queda muy poco. En cuanto a los derechos humanos, México está obligado a una serie de compromisos en esta materia, recalcó, sobre todo porque el país está atravesado dos críticas importantes. En primer lugar, el asunto de Venezuela y, en segundo, por el tema de la Guardia Nacional. Dado que el tema de derechos humanos es una cuestión efervescente, con agenda interna y externa, se podría explicar la narrativa ordenada y compacta por parte del gobierno mexicano y su posición con el exterior. El profesor del Departamento Académico de Ciencia Política del ITAM consideró que México le «apostó» mal y queda rezagado en términos de lo que hicieron los otros países en la región y en términos del peso que tiene en el continente.

Apego al Derecho Internacional

Para finalizar, el profesor Alejandro Rodiles argumentó que la posición que México está tomando en política exterior no es de bajo perfil, sino de defensa al Derecho Internacional, lo cual es estratégicamente correcto y no resulta tibio. Aclaró que no considera que la Doctrina Estrada, como en otras ocasiones, sirva para que México se escude, sin embargo afirmó que ha sido reconocida por el Derecho Internacional al tener una capacidad de contener embestidas imperialistas.

Sobre el tema explicó que el reconocimiento de gobierno es distinto al reconocimiento de Estado. Sobre esto, señaló que no hay una prohibición ni una obligación sobre el reconocimiento a un gobierno, lo que sí es sobre los efectos. Comentó que, en agosto de 2018, la Asociación de Derecho Internacional adoptó la resolución que trata sobre el reconocimiento de Estados y de Gobiernos y afirmó que no hay nada en el Derecho Internacional que hable sobre estos temas específicamente. Mencionó que, en todo caso, hay ciertos lineamientos que los países pueden utilizar, los cuales son el principio de efectividad, tomar el interés nacional, y qué papel han jugado los organismos internacionales.

El profesor del Departamento Académico de Derecho explicó que se corre el riesgo de volver al Derecho Internacional de antes, que no era de cooperación, sino de coexistencia mínima básica que se tenía anteriormente sobre un grupo de países «legítimos» por formar parte de un «estándar de civilización». Dijo que es muy difícil no caer en esas actitudes que, finalmente, realizan juicios acerca de los gobiernos democráticos que en buena medida son subjetivos, sin estarlos defendiendo ni justificando. Añadió que lo mejor para Venezuela sería que Maduro saliera, sin embargo, es importante considerar que el riesgo de promover un cambio democrático desde fuera es una guerra civil.

Por otra parte, comentó sobre la reunión de emergencia en el Consejo de Seguridad de la ONU, en la que destacó se observó una división en la que se está enmarcando el debate entre los que están a favor de la democracia y los que están en contra. De igual forma, comentó que esta división puede ser peligrosa porque está entre los que se creen con el derecho de definir lo que es la buena gobernanza y aquellos que respetan más las formas del Derecho Internacional. Esas formas pueden ser quizá vacías, pero en el vacío de las formas legales está el valor del Estado de derecho que garantiza posibilidad de igualdad entre los Estados. Rodiles dijo que no se debería encasillar y considerar que México está abogando por el respeto a las formas de Derecho Internacional y que la historia ha demostrado que la intervención no siempre ha sido la mejor decisión.

Paulina Riveroll, Jacqueline Montealegre y Luis Esteban Gómez son estudiantes de la licenciatura en Relaciones Internacionales en el ITAM y colaboradores de Foreign Affairs Latinoamérica. Sígalos en Twitter en @Pau_Riveroll, @JaackieMondi y @LuisestebanGzSz. Siga a los ponentes en Twitter en @olgapellicer, @JAlvarezFuentes, @NataliaSaltalam y @HVivesSegl.

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