El Kuomintang deja el poder en Taiwán: valoraciones en política exterior

2 mayo, 2016 • Artículos, Asia/Pacífico, Portada • Vistas: 8090

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Mayo 2016

El pasado 16 de enero de 2016 se llevaron a cabo las elecciones presidenciales y legislativas en Taiwán. En estos comicios participó el 65% del total de los votantes, es decir, más de 12 millones de personas. Este es un mínimo histórico de participación electoral en cualquier elección presidencial realizada en Taiwán desde hace dos décadas, lo cual se debió, según algunos expertos, a la cada vez mayor falta de credibilidad en los partidos políticos, particularmente en el Partido Kuomintang (KMT).

No obstante lo anterior, en estas elecciones el KMT y su candidato Eric Chu -quien fungió como presidente del órgano político hasta que acabara el periodo electoral- obtuvieron 3.81 millones de votos, es decir, un 31% del total. Por su parte, el Partido Democrático Progresista (PDP) -el principal partido de oposición en Taiwán- y su candidata Tsai Ing-wen obtuvieron el 56.1%, un total de 6.89 millones de votos. Además, por primera vez en la historia democrática de Taiwán, el PDP obtuvo la mayoría absoluta en el Congreso: ganó 68 de 113 escaños, mientras que el KMT solo alcanzó 35. Con estos resultados, el PDP se impone sobre el KMT y Tsai Ing-wen se ha convertido en la primera mujer en ser presidenta electa en la historia de Taiwán.

Sin duda alguna, estos resultados son históricos. Partiendo de la premisa de que en la actualidad la región de Asia-Pacífico se ha convertido en un referente en la política internacional por su importante dinamismo, resulta preciso hacer una valoración sobre las posibles consecuencias que traerán consigo los resultados de estas elecciones.

Desde la perspectiva de las relaciones internacionales, es posible suponer que este acontecimiento tendrá un impacto en dos sentidos. Por un lado, tendrá importantes implicaciones en el sistema político interno de Taiwán, mismo que repercutirá directamente sobre la política exterior que ha desarrollado el KMT. Observar un fuerte viraje en este ámbito es altamente probable, pues el nuevo gobierno del PDP contará con mayoría absoluta en el Poder Legislativo, lo que le permitirá llevar a cabo su agenda política con fluidez e impulsar profundas reformas en diversos ámbitos. Por el otro, influirá en las relaciones exteriores de Taiwán, en particular con China, pues el PDP es un partido de corte independentista desde su origen. Estas consideraciones abren la posibilidad de que exista un cambio en el equilibrio regional que, en cierta medida, se deriva de la relación entre Taiwán y China.

Continuidad y cambios en la política exterior de Taiwán.

El KMT es un partido con una larga tradición en términos políticos, pues estuvo al frente del gobierno de Taiwán desde 1913. La historia del KMT en el poder es larga y la política exterior que ha desarrollado a lo largo de los años durante sus mandatos se ha venido adaptando en la medida en que va cambiando el contexto regional e internacional.

Desde que el gobierno del KMT -tras la Guerra Civil de 1949- se trasladó al otro lado del Estrecho de Taiwán para establecerse en lo que conocemos como la isla de Formosa, el gobierno guardó durante varios años una postura sumamente conservadora respecto a sus diferencias con el Partido Comunista de China. Sin embargo, durante la época de la Guerra Fría, la política exterior de Taiwán se basó principalmente en mantener su representación ante la ONU y en profundizar las alianzas que mantenía con algunos países, principalmente con Estados Unidos. Dichas alianzas le ayudaron a contrarrestar las acciones que el gobierno de China ejercía con la intención de posicionarse y sustituir a Taiwán en la ONU.

En ese sentido, la posición del KMT buscó convencer al mundo de que su gobierno representaba al gobierno legítimo de China. No obstante, pese a todos los esfuerzos realizados, en 1971 China, con el apoyo de Estados Unidos, consiguió quitarle su asiento en la Asamblea General de la ONU y, de esa forma, el gobierno comunista pasó a representar a China ante el concierto de naciones. En consecuencia, Taiwán quedó inmerso en una especie de aislacionismo internacional, ya que la mayoría de los países que mantenían lazos diplomáticos con el gobierno encabezado en ese momento por Chiang Kai-shek optaron por dar por terminadas sus relaciones con el gobierno del KMT para poder establecerlas con el de China. De 59 naciones que reconocían a Taiwán en 1971, pasaron a ser tan sólo 22 en 1978. Aunado a ello, Taiwán fue expulsada de diversos foros e instituciones internacionales.

En ese contexto, el KMT tuvo que readaptar su política exterior y reorientar sus esfuerzos diplomáticos. Por un lado, buscaba adquirir una mayor presencia internacional que le permitiera, entre otros objetivos, recuperar su asiento en la ONU, condición que en la actualidad no se ha dado. Por el otro, con miras a convertirse en un país independiente con objetivos de política exterior legítimos, implementó una estrategia diplomática basada en el establecimiento de «relaciones sustantivas» para impulsar los contactos bilaterales y multilaterales no oficiales con otros países sin importar si mantenían o no relaciones diplomáticas. Con ello, Taiwán logró establecer relaciones informales con aquellos países que no lo reconocía formalmente. No obstante, por cuestiones políticas, el KMT tuvo que flexibilizar su postura respecto a China, no sin dejar de lado sus aspiraciones como nación independiente.

En esa búsqueda por abastecer a Taiwán de un mayor prestigio en la esfera internacional, el KMT cedió ante las presiones internacionales para dotar a su relación con China de un marco institucional que les permitiera desarrollar una relación amistosa con la finalidad de garantizar la seguridad y la estabilidad regional. En 1992, ambos gobiernos acordaron la firma de los consensos de 1992, instrumento cuyo texto estipula que existe «una China, bajo interpretaciones respectivas». es decir que cada parte interpreta de acuerdo a sus intereses el principio de «una sola China».

Con la adopción de este instrumento, el KMT asumió desde entonces una postura frente a China basada en los principios de la «no unificación, no independencia y no utilización de la fuerza militar», misma que ha mantenido durante las últimas décadas. Cabe señalar que la postura del KMT frente a China se fue moderando gradualmente hasta el punto de convertirse en una postura pro-China, misma que ha permitido intensificar los acercamientos políticos y los intercambios comerciales en los distintos ámbitos de cooperación.

El periodo de mandato ininterrumpido del KMT llegó a su fin cuando, en las elecciones presidenciales de 2000, el PDP se interpuso al KMT con su candidato Chen Shui-bian. Durante su gobierno -que inició en 2000 y terminó en 2008- las relaciones entre ambos lados del estrecho sufrieron algunas tensiones derivadas de la postura independentista del entonces gobierno del PDP, que provocó amenazas por parte de China. No obstante, éstas no fueron más allá de los pronunciamientos.

De acuerdo con el gobierno saliente del KMT, que mantuvo una postura en favor de un mayor entendimiento con China, durante esta última gestión se lograron grandes avances en la relación. Cabe destacar que, durante el gobierno del presidente Ma Ying-jeou, se firmaron 23 acuerdos económicos con China. Adicionalmente, en el mes de noviembre de 2015, se llevó a cabo un encuentro histórico en Singapur entre los mandatarios de Taiwán y de China, lo que demostró la intención china de abrazar el diálogo con la isla como mecanismo preferente para resolver el llamado «problema de Formosa». Sin embargo, en Taiwán aún persisten las divisiones entre los que están a favor de un mayor acercamiento y los que están en contra. Pese al mejoramiento en la relación, esta condición -aunada a la crisis económica que vive el país- provocó, entre otras cosas, la derrota del KMT en las elecciones.              

REUTERS/Damir Sagolj

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En ese sentido, es claro que las cuestiones relativas a la postura del gobierno frente a China son todavía muy relevantes en términos políticos. La división que existe en los posicionamientos de la población entre los «taiwaneses» y los «continentalistas» respecto a este tema es aún una cuestión determinante en la definición del futuro político de Taiwán. En ese contexto, el PPD aprovechó dicha fragmentación en la sociedad y los problemas económicos para presentarse como la alternativa al KMT.

Postura del PDP: porvenir de la relación entre ambos lados del Estrecho.

La independentista Tsai Ing-wen, Presidenta electa del PDP, ha manifestado su interés por defender la soberanía de Taiwán frente a China, reconociendo que existen acuerdos alcanzados entre ambos lados del estrecho hasta la fecha, como el consenso de 1992. Tsai también ha señalado que desea mantener estable la relación y que no busca ni independencia ni unificación. Sin embargo, muestra la intención de revisar el fundamento político de la relación al considerar que no se ha desarrollado en igualdad de condiciones.

Este hecho representa por sí mismo la intensión de someter a revisión el estado actual de la relación con China, dejando por el momento una postura abierta a interpretaciones. De acuerdo con la agencia de noticias del gobierno de Taiwán, desde el ámbito legislativo y a pocos días de la toma de protesta como presidente del Yuan Legislativo, Su Jia-chyuan -quien a su vez se desempeña como jefe de la bancada del PDP con mayoría absoluta- ha llegado a un acuerdo con el actual gobierno del KMT para postergar la presentación de los proyectos de ley a la nueva legislatura hasta que tome posesión del cargo Tsai Ing-wen como presidenta.

La relevancia para el gobierno entrante de Tsai Ing-wen en cuanto al ámbito legislativo radica en que, a diferencia del gobierno anterior de Chen Shui-bian, dispondrá de un Yuan Legislativo encabezado por un Presidente y un Vicepresidente del PPD -su partido- con mayoría absoluta. Esto le permitirá desarrollar su agenda política con mayor fluidez.

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En su discurso, Tsai Ing-wen envió mensajes firmes hacia Pekín con sentido moderado que no ha provocado tensiones con China hasta el momento. Sin embargo, existe una clara incertidumbre porque no ha definido claramente cuál será su política exterior. Con base en la experiencia de administraciones anteriores, el discurso de Tsai seguirá siendo moderado. No obstante, es posible que su gobierno lleve a cabo acciones en política exterior que atraigan la atención de China.

Un claro ejemplo es que la intención ya expresa de Tsai de buscar un mayor acercamiento con Estados Unidos busca promover el ingreso de Taiwán al bloque comercial del Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica (TPP). El TPP, como iniciativa estadounidense, es en sí mismo contrario a los intereses de China. Habrá que ver de qué manera se desarrolla la relación de Taiwán con Estados Unidos en los próximos cuatro años y definir si es viable que Taiwán pueda incluirse en este acuerdo. Asimismo, será indispensable dar seguimiento a los asuntos importantes relativos a China, como el ingreso de Taiwán al Banco Asiático de Inversión en Infraestructura o las inversiones que están en proceso.

No podemos dejar de lado la relevancia económica que representa China para Taiwán. En los diez primeros meses de 2015, Pekín autorizó un aumento de 20.9% a las inversiones taiwanesas en el continente. Ahora anuncia la relajación de las restricciones para que las empresas taiwanesas de diversos sectores productivos puedan invertir en muchas más provincias, con la sola exclusión de Gansu, Mongolia Interior, Qinghai Xinjiang y del Tíbet.

La entrada del PDP, defensor de la identidad taiwanesa y contrario a la integración con China, pondrá fin a la propuesta china que bajo el principio de «un país, dos sistemas» ofrecía una posible ruta hacia la unificación de Taiwán con China, como Hong Kong. En ese sentido, el 20 de mayo de 2016 Tsai Ing-wen tomará protesta como presidenta y entonces dará inicio una nueva etapa en la vida política de la isla. Habrá que estar atentos a los lineamientos en política exterior que enunciará Tsai en su discurso oficial con motivo de su ascensión a la Presidencia de Taiwán.

JORGE O. ARMIJO es licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad del Valle de México y cuenta con estudios de posgrado en Estudios Asiáticos por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es miembro del Programa de Jóvenes del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (Comexi) e integrante del Grupo de Trabajo Asia-Pacífico. Actualmente se desempeña como asesor en temas internacionales en el Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques de la Cámara de Senadores. Sígalo en Twitter en @jorgeoarmijo .

 

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