Crónica de un despido anunciado

18 junio, 2015 • Entrevistas, Latinoamérica, Portada, Regiones • Vistas: 4952

FAL / Gerardo R. Valenzuela

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Entrevista FAL a Wilbert Torre, periodista y autor de El Despido 

avatarDefault Gerardo R. Valenzuela y Sergio E. López-Araiza

Junio 2015

En marzo de 2015 Carmen Aristegui, la periodista con el noticiario radiofónico de mayor audiencia en México, fue despedida. La naturaleza de la salida de la conductora junto con todo su equipo de MVS, aunado a la gravedad de su más reciente investigación con la que generaron un enorme revuelo en torno a la posible corrupción y conflicto de interés del Presidente mexicano, abrieron un importante debate en torno a la naturaleza de la libertad de expresión en México. Para conversar sobre el caso de Aristegui y el ejercicio del periodismo en el país, el equipo editorial de Foreign Affairs Latinoamérica se reunió con el periodista Wilbert Torre, quien en su más reciente libro titulado El Despido, aborda desde la crónica este importante caso. Sígalo en Twitter en @WilbertTorre.

 

Foreign Affairs Latinoamérica – ¿Por qué escribir acerca de El Despido de Aristegui?

Wilbert Torre – Para empezar, porque soy periodista, conozco bien los medios y he trabajado en varios de ellos. Yo empecé muy joven, en 1992, en El Universal y por azares del destino me tocó cubrir como periodista suplente Los Pinos en la época de Carlos Salinas de Gortari. La segunda razón es que el despido -antes que el de Aristegui, el de Daniel Lizárraga e Irving Huerta- fue muy próximo a mí porque soy buen amigo de Lizárraga desde 1992. Su despido me sorprendió haciendo algo que no suelo hacer con mucha frecuencia: correr a las redes sociales y «vomitar» algo.

En ese momento publiqué que era el regreso de los peores tiempos del autoritarismo de Gustavo Díaz Ordaz y de Luis Echeverría. Sin embargo, unas horas después empecé a pensar que tal vez reducir el periodismo de fondo -el que investiga, no el que denuncia sin bases- a una arenga era en cierto sentido hacerle un favor a quienes se oponen a que las cosas cambien. No podía reducir el debate en torno al despido de Aristegui a eso, a una arenga y a una acusación sin elementos, en lugar de investigar para intentar al menos saber qué fue lo que realmente pasó. Sabía que sería difícil probar que detrás de su despido hubo un golpe de censura y me pregunté qué podía hacer para tratar de cavar alrededor y encontrar algunas pistas que me permitieran saber qué había pasado.

Entonces me puse a investigar cuál era la relación entre la prensa y el Estado, representado principalmente por el gobierno de Enrique Peña Nieto. El libro fue de rápida escritura y tiene una investigación de poco más de 37 días. Así tenía que ser porque la intención era que saliera antes de las elecciones (del 7 de junio de 2015). El mundo de las editoriales se mueve de manera vertiginosa y temas coyunturales como este deben publicarse de inmediato.

Por otro lado, me sorprendió dentro del equipo de Aristegui porque yo había escrito un perfil/reportaje para Gatopardo sobre ella a finales de enero de 2015. Hacía tiempo que veía la manera en la que Aristegui cobraba importancia en la sociedad mexicana como una voz disonante y para mi representaba una figura interesante para perfilar. Entonces me acerqué a Gabriel Sandoval y le propuse hacer un perfil sobre Aristegui y justo estábamos en esa decisión de si el asunto iba o no cuando la despiden. 

FAL – En esta historia que aún no tiene fin, ¿qué capítulos faltan por escribir?

WT – Faltan muchísimos capítulos aún. Es un episodio, como muchos en el país, que desgraciadamente me parece que están en el aire y tal vez dure años. En este sentido, una de las razones esenciales por la que quería que el libro saliera antes de la elección es porque todo esto tiene que ver, de manera muy cercana, con una promesa que hizo el presidente Peña cuando era candidato: regular la relación entre la prensa y el Estado, específicamente en el tema de la publicidad oficial. Después de que estalló el movimiento #YoSoy132 en la Universidad Iberoamericána, el candidato Peña retomó 3 preocupaciones esenciales de los estudiantes: la transparencia, la corrupción y los medios de comunicación. Hoy hay algunos avances en los dos primeros ejes, pero en el tercero nada ha cambiado.

Los medios y los periodistas solemos ser jueces implacables que arrojamos luz en el rincón más insospechado de la vida de un artista o de un político con tal de desentrañar cosas, pero cuando se trata de los medios y de los periodistas nos «hacemos de la vista gorda». Este tema no solo ha sido pospuesto por el presidente Peña, lleva pospuesto décadas: desde la famosa frase de José López Portillo de «yo no pago para que me peguen» y aún antes. Además, este problema provoca un desequilibrio en una sociedad que se supone cada vez más democrática, abierta y plural. No estamos hablando de una cifra menor, estamos hablando de 6000 millones de pesos en 2013 que se distribuyen de manera discrecional.

Hace 20 años, cuando empecé a trabajar como periodista, los dueños de los medios poseían, aunque de manera abrumadora, únicamente el control de los mismos. Hoy estos personajes son dueños de cualquier tipo de negocio, desde equipos de futbol hasta bancos, hospitales imprentas, restaurantes y televisión por cable. Por este motivo, la red de intereses entre el Estado y la empresa privada, donde hay un vínculo con un propietario de medios, se ha potenciado de forma preocupante. Si eso ha crecido de manera extraordinaria, al menos debería resolverse el problema de la publicidad oficial. El problema no es que se gaste, sino cómo se distribuyen las erogaciones, porque son claramente beneficiados los medios afines al gobierno. Por otro lado, cuando el gobierno demoró por primera vez el pago a los medios hasta finales de 2013, uno de los medios más beneficiados fue el periódico favorito de Peña: El Sol de México. 

FAL / Gerardo R. Valenzuela

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FAL- En estos 20 años que llevas trabajando en los medios, sobre todo a raíz de esta red de intereses que se sigue tejiendo entre propietarios y gobernantes, ¿podemos hablar de un retroceso en la libertad de expresión en México?

WT– Es una pregunta interesante porque creo que hay que hacer una argumentación que no se vaya a los extremos. Por un lado, el país ha avanzado mucho en la libertad de expresión entendida como la posibilidad de decir lo que tú quieras. Por ejemplo, yo tengo una columna en Más por Más donde escribo lo que pienso. Además, si tú te metes a Twitter o Facebook puedes publicar cualquier cosa que se te antoje y hablar tanto de Britney Spears como de Peña y «la Gaviota».

El problema es que mientras se ha avanzado en ese rango de libertades para opinar en las redes sociales o en un medio, han crecido también de forma considerable los medios controlados por el Estado. Esta situación hace que la narrativa oficial tenga cajas de resonancia mucho más importantes y con una dimensión de abarcamiento mucho más amplia. Son muchos los periodistas que, pese a que su ideología y sus filias sean absolutamente respetables, son fuente de desequilibrios porque controlan muchos espacios: un noticiero de televisión y también uno de radio y además escriben en un diario y ahora tienen blogs. Tal es el caso de Ciro Gómez Leyva, Joaquín López Dóriga y Pablo Hiriart.

A ti podía gustarte o no Carmen Aristegui y disgustarte su programa. El problema de fondo es que al desaparecer una voz como lo suya, se genera un grave desequilibrio en la sociedad que tiene derecho a escuchar opiniones distintas. Prácticamente en radio no hay nadie más, ya no digas con un tono, sino con un remedo de voz parecido. Quien aborrece a Carmen está en su derecho de hacerlo, pero sin duda su voz es necesaria y más en la situación en la que se encuentra el país. Es una batalla en desequilibrio porque desgraciadamente el periodismo de investigación que se hace en México es irrisorio, como lo dice Henry Tricks corresponsal de The Economist. El periodismo de investigación es incipiente en el país porque a los dueños de los medios no les interesa investigar, porque afecta sus intereses y sus negocios y también al poder en turno.

FAL – En una entrevista que Ricardo Raphael concedió a Foreign Affairs Latinoamérica comentaba que el periodismo de investigación es, de hecho, el género periodístico más joven en México.

WT – Sin duda eso es un indicador grave. Hace más de 40 años ocurrió el escándalo de Watergate en Estados Unidos, donde siempre han existido este tipo de investigaciones. Que Ricardo Raphael, un académico y un periodista respetado, afirme que el periodismo de investigación tiene poco de haber nacido en México te dice mucho de lo que ha ocurrido desde hace décadas en este país.

El problema es que el periodismo de investigación tuvo sobre el cuello la bota de varios regímenes. Esto se prolongó hasta el sexenio de Vicente Fox, cuando se empezó a crear cierto ambiente de libertad y los periodistas se dieron cuenta, no solo de que podían investigar, sino de que tenían herramientas para hacerlo. Por ejemplo, Anabel Hernández empezó a hacer periodismo de investigación hace 15 años cuando publicó que en las cabañas de Fox había toallas de 4000 pesos. Eso no se lo dijo el ama de llaves de Martha Sahagún, eso lo encontró ella un día que se metió a la ley de transparencia que creó Fox y se encontró con toallas de 4000 pesos dentro de las solicitudes de compra de Los Pinos.

Nada es casual en este país y si el periodismo de investigación es un animal en peligro de extinción hay razones para explicarlo: los intereses creados entre los medios y el Estado junto con la falta de interés de los dueños. La mayoría de los periódicos mexicanos está sumergida en la mediocridad de transcribir declaraciones y en engordarles el ego y los intereses a los políticos, no en investigar.

FAL – Decías que nada es casual en este México y justo la salida de Aristegui de MVS se da previo al inicio de las campañas electorales. ¿Hay una lógica en ese sentido?

WT – Yo diría que sí. No lo podemos probar porque es muy difícil tener las grabaciones telefónicas entre el Secretario de Gobernación, por decir cualquier cosa, y Joaquín Vargas. Sin embargo, basta con cumplir con nuestra tarea de investigar un poco para encontrarnos con algunas dudas razonables. Se sabe que Aristegui y los Vargas se vieron a finales de diciembre de 2014 en una comida y que Alejandro Vargas dijo que estaba muy satisfecho con las investigaciones que habían presentado. Él no tenía ni idea de qué era el periodismo de investigación y estaba gratamente impresionado de los resultados que obtuvieron con una cantidad relativamente limitada de recursos.

FAL / Gerardo R. Valenzuela

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En enero de 2015, en consonancia con el pensamiento expresado por Alejandro Vargas, MVS le renovó el contrato a Aristegui, que incluía una camioneta nueva, un contrato por 1 200 000 pesos y el pago de la nómina de sus empleados. Lo que no queda claro es qué pasa entre el 9 de enero y el 15 de marzo de 2015 que desemboca en el despido. Yo investigué y me encontré con que, por ejemplo, los Vargas habían recibido varias multas como la de 4 millones de dólares por mantener una alianza secreta con Carlos Slim mediante Dish.

Lo que quiero decir es que ya no se hacen llamadas para coartar la libertad de expresión porque ahora hay quizás métodos más efectivos. Alguien podrá decirnos desde el Estado «¿cómo puedes decir eso si el Instituto Federal de Telecomunicaciones es independiente?». Pues sí, pero no nos hagamos tontos, todos sabemos cómo se manejan las cosas en México. A unas empresas se les condona el pago de impuestos y a otras les pones el pie encima. Yo creo que no hay casualidades en este país. Es público que Emilio Azcárraga y Peña eran grandes amigos, así como que los Vargas no tenían una gran relación con el Presidente. Se sabe que el presidente Peña, como lo documento en mi libro, estuvo muy serio, ofuscado y preocupado por la noticia de la «casa blanca».

FAL – Y, a la luz de estos acontecimientos, ¿cómo ves los resultados de esta jornada electoral?

WT – Mira, creo que podemos ver a esta elección desde una doble ventana. Una con optimismo porque el PRI (Partido Revolucionario Institucional), el Partido Verde y el Partido Nueva Alianza ya ganaron la mayoría (en el Congreso). En un mundo ideal, esto le permite al Presidente cumplir las promesas de campaña que no han sido cumplidas, empezando por regular la publicidad oficial.

Ahora, si lo vemos desde una ventana pesimista, tienen la mayoría y la usarán para hacer pasar las cuentas públicas y los presupuestos. Por otro lado, podríamos pensar que todas estas propuestas y promesas de campaña quedarán a su entera voluntad y es muy probable que la promulgación de una nueva ley de medios otra vez vuelva a dormir el sueño de los justos durante años o quizás décadas.

FAL – Fuimos testigos de un gran descontento social, desde el caso Ayotzinapa, pasando por la «casa blanca» y el despido de Aristegui y de su equipo. Sin embargo, aún vemos que el PRI y sus aliados lograron una mayoría en el Congreso. ¿Por qué ese descontento no llegó a las urnas? 

WT – Hay que hacer distintas valoraciones, porque sin duda no puedes dar una sola razón. De acuerdo a tu pregunta, uno necesitaría saber en qué está pensando el ciudadano que ha calificado al Presidente con el peor puntaje en décadas y sale y vota mayoritariamente por el PRI. Sin embargo, este razonamiento entraña muchísima ingenuidad. Es decir, la política en México no es un acto de convencimiento del ciudadano nada más. Por eso yo siempre estuve en desacuerdo con el voto nulo -a mi parecer, personajes como Denise Dresser no saben lo que es hacer política en la calle-. No podemos obviar que las elecciones no se resuelven en un escritorio, las resuelve un gobernador o un alcalde. Hablemos como son las cosas. Todo se maneja con operación política, lo demás es bullshit.

Hace alrededor de 20 años, Víctor Cervera -probablemente el único gobernador de este país que ha podido gobernar dos veces un estado- le enseño a los priistas que no era necesario robarse las urnas, que bastaba con regalar lavadoras y bicicletas. Hoy los estrategas del Presidente han innovado esta técnica y han regalado 5 millones de televisores de plasma. Mientras sigan existiendo en este país todos estos factores -llámese publicidad oficial, asignación del presupuesto, mares de dinero puestos al servicio de los programas gubernamentales para favorecer a grupos sociales particulares- continuarán orbitando enormes desequilibrios sobre la democracia.

FAL – ¿Cómo ves a México en 3 años, cuando de nuevo se enfrente a un proceso electoral federal, solo que en esta ocasión será presidencial? ¿Qué programa puede plantear la sociedad civil para que esta situación cambie?

WT -Si hablas de democracia participativa y el modelo no funciona su futuro depende de que la sociedad civil, no los líderes partidistas, se decida y de pasos específicos para ser escuchada. El hecho de que alguien encabece a la sociedad civil y en lugar de esperar cruzados de brazos a que los partidos, ese sistema perfecto de uso de la política, nos digan qué debemos hacer les digamos qué es lo que vamos a hacer.

Por eso creo que lo que vaya a pasar en 3 años dependerá en gran medida de lo que la sociedad diga. Si la sociedad continua apática, callada y cruzada de brazos, es muy probable que en 3 años el PRI, con un desprestigio terrible, gane la elección. En última instancia, las elecciones hoy son más que nunca una fórmula aritmética, un juego de cálculos y de cooperación política. Lo único que necesitas es tener muy bien alineado un conjunto de estados para ganarlas.

Yo decía que en 1991 el PRI logró un «carro completo» que resultó increíble incluso para los propios priistas. Más de 20 años después vuelve a ocurrir algo similar porque el PRI arrasa en un tercio del país. Este es un llamado a que la sociedad despierte e impulse los cambios que cree necesarios, como ocurrió en España y en otros países. Si ya estamos hartos de todo lo que pasa en los partidos entonces hagamos algo al respecto. Finalmente, para que eso comience a ocurrir, hay que llamar a cuentas también a los medios y a su relación con el Estado.

FAL – Por útlimo, ¿crees que después de El Despido vendrá la contratación? 

WT -Yo creo que las condiciones del país y las condiciones impuestas por este gobierno hacen imposible el regreso de Aristegui a un espacio controlado por el Estado. Sin embargo, esto abre ciertas posibilidades de que Aristegui vea hacia otro lado, hacia la sociedad. Ahí está su sitio Aristegui Noticias que, con muy pocos recursos ha logrado unos alcances enormes. Ahí están las redes sociales, espacios de la sociedad que no deberían despreciarse. Además, está también internet para abrir un espacio de radio como lo han hecho otros periodistas e intelectuales. Tenemos que echar mano de los espacios y de los reductos alternativos y el pensamiento de que el país solo palpita en los medios convencionales o en los medios oficiales, si es así estamos perdidos.

GERARDO R. VALENZUELA y SERGIO E. LÓPEZ-ARAIZA son Productor Editorial y Editor Web de Foreign Affairs Latinoamérica respectivamente. Sígalos en Twitter en @ForeignAffairsL y @selopab. Esta entrevista ha sido editada y resumida para ajustarse al formato de la publicación.

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