Crisis en Nicaragua

18 octubre, 2018 • Artículos, FEG Anáhuac, Latinoamérica, Portada • Vistas: 9794

Today Nicaragua

Almendra Ortiz de Zárate Béjar 

Octubre 2018

Una colaboración de la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac México

Desde hace algunos meses, la situación política en Nicaragua se percibe insostenible. Existe un caos que se refleja por medio de la crisis social que se ha desatado en las calles y que ha llegado a un punto muerto que parece no encontrar marcha atrás. Continuamente se observan manifestaciones que se reprimen con mano dura; en el país persiste la violencia, la pobreza, el desempleo y, en algunos casos, incluso la muerte. Una consecuencia directa de la crisis nicaragüense ha sido el surgimiento de una oleada de migrantes que buscan llegar a Costa Rica para mejorar sus condiciones de vida o, simplemente, sobrevivir. En este contexto, la situación ha permeado más allá de las fronteras nacionales del país centroamericano, lo que ha llevado al involucramiento de la comunidad internacional, que busca apoyar a los nicaragüenses a encontrar una solución que conduzca a la estabilidad en su país.

¿Cuál fue el origen de todo?

En abril de 2018, el gobierno de Nicaragua, bajo el mandato del presiente Daniel Ortega, anunció una reforma en el Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS), que incluía el aumento en las contribuciones realizadas por los trabajadores hacia la institución. La respuesta fue el inicio de una oleada de protestas por parte de la población, que alzó la voz en oposición a un gobierno manchado por la corrupción. Antes de Ortega, el INSS funcionaba con superávit; los opositores de Ortega aseguran que la corrupción de su gobierno generó un déficit de más de 76 millones de dólares que ahora exigen recuperar.

La respuesta por parte del gobierno incluyó todo tipo de represión que llevó incluso al rompimiento con el sector empresarial que en un inicio apoyaba al gobierno de Ortega. Una situación que inició como protesta, se ha convertido en un caos generalizado que se ha profundizado con el paso de los meses. Ahora, la población no solo se muestra a disgusto con el tema de las pensiones, sino que aquello fue solo el detonante para sacar a luz el descontento de la gente hacia un gobierno corrupto con una ideología que choca con una gran parte de la población y en el que la presidencia y la vicepresidencia se encuentran en manos de la misma familia. La población exige elecciones anticipadas; sin embargo, Ortega, quien encuentra apoyo en los gobiernos de Bolivia y Venezuela, no piensa dimitir.

¿Cuáles han sido las principales afectaciones?

En Nicaragua la pobreza y la violencia que se percibe en las calles es cada vez más profunda. Muchos comercios han tenido que cerrar y el turismo es prácticamente nulo, lo que representa cuantiosas dificultades económicas para todas las áreas que se benefician de dicha industria; en este sector, se calcula la pérdida de aproximadamente 600 000 turistas. Una gran cantidad de personas que viven en la pobreza y que se han quedado sin hogar han comenzado a instalarse en predios y a construir chozas con los materiales que encuentren en su camino.

En un ambiente de incertidumbre y violencia, miles de nicaragüenses han sido víctimas de atropellos y saqueos que se viven cada día en una sociedad en la que no hay ley, lo que los ha orillado a buscar nuevas oportunidades en Costa Rica. Así, el país vecino se ha convertido en receptor de una oleada de migrantes que pretenden comenzar una nueva vida alejada del caos que reina en su país de origen. La migración se ha dado en dos sentidos. Por un lado, se encuentra la migración ordenada en la que el gobierno costarricense ha permitido la llegada de una gran cantidad de personas. De acuerdo con el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Costra Rica recibe diariamente alrededor de 200 solicitudes de asilo por parte de nicaragüenses. Así, desde abril de 2018, más de 24 000 nicaragüenses han buscado asilo en tierras costarricenses.

Una situación que inició como protesta, se ha convertido en un caos generalizado que se ha profundizado con el paso de los meses.

Por otro lado, se encuentra la migración desordenada. Por esta vía han surgido nuevas rutas clandestinas de migración hacia Costa Rica. Una oleada de nicaragüenses ha llegado a una sociedad que, aunque en la mayoría de las veces ha abierto sus puertas, también ha encontrado muestras de xenofobia que rechazan a los nuevos integrantes de la comunidad que buscan trabajo, educación y acceso a la salud, principalmente. Aunque el gobierno de Costa Rica ha buscado apoyar a los migrantes del país vecino, vale la pena apuntar que sus capacidades de acogida pueden ser superadas si la crisis continúa. Por ello, Costa Rica ha tenido que reforzar sus fronteras para procurar que la migración se mantenga lo más ordenada posible.

En el plano regional, la migración no ha sido el único problema. La Secretaría de Integración Económica Centroamericana reportó una baja del 79% en el tránsito de mercancías por Nicaragua en la región. Asimismo, el comercio con El Salvador ha sufrido importantes pérdidas y las importaciones provenientes de Guatemala se han visto frenadas en un 30%. La relación con Honduras ha seguido un camino similar al del resto de los países de la región, considerando que se trata de su principal socio comercial en dicha zona.

¿Qué ha hecho la comunidad internacional?

Tras el estallido de la violencia en Nicaragua, la oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) buscó proteger a los civiles afectados. Sin embargo, un día después de que se publicó el informe que indicaba que el Estado era responsable de vulnerar los derechos humanos de sus ciudadanos, el gobierno de Ortega decidió expulsar a los integrantes de la misión de la ACNUDH. En el informe se señalaron, entre otros agravios, 300 muertes por bala, 2000 heridos y 205 000 empleos perdidos.

En este contexto, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, bajo la presidencia rotativa de Estados Unidos, ha denunciado la violación de derechos humanos y ha manifestado que no pueden permanecer como meros observadores frente a la posibilidad de que Nicaragua se convierta en un Estado fallido, pues «Daniel Ortega y Nicolás Maduro están cortados del mismo paño corrupto. Ambos son estudiantes de la misma ideología fallida y ambos son dictadores que viven con miedo de su propio pueblo», así lo apuntó la Embajadora de Estados Unidos en Naciones Unidas, Nikki Haley, conocida por su posición conservadora en materia de política internacional. Asimismo, la Canciller de Costa Rica, Epsy Campbell Barr, señaló ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, la gravedad de la situación en Nicaragua e hizo hincapié en la imposibilidad de su país de cargar solo con la crisis del país vecino. En el mismo sentido, reconoció la posibilidad de mayor escalamiento de la problemática y su capacidad de impacto en Centroamérica.

Aunque el gobierno de Costa Rica ha buscado apoyar a los migrantes del país vecino, vale la pena apuntar que sus capacidades de acogida pueden ser superadas si la crisis continúa.

Adicionalmente, el Banco Mundial reconoció que, como consecuencia de la crisis, se frenará el crecimiento económico de la región, pues la incertidumbre impacta negativamente en la inversión y esto conduce a un decrecimiento del PIB del país. Una contracción en la economía conlleva consecuencias en el corto y mediano plazo, pues la recuperación no se logra de manera inmediata. La pérdida de confianza ahuyenta a los inversionistas; asimismo, las calificadoras internacionales generan valoraciones negativas que hacen del país un lugar difícil para la inversión. Lo anterior puede generar un aumento significativo de la deuda del país que evidentemente llevará a una crisis económica que tardará en recuperarse, sin tomar en cuenta los acontecimientos del exterior que también impactan en la economía interna de los Estados.

En el ámbito internacional, el régimen de Ortega encuentra apoyo en el gobierno de Venezuela. Maduro ha manifestado que la crisis inició por manifestantes pagados por el gobierno de Estados Unidos, que busca desarticular al gobierno de Ortega de la misma manera en que lo ha hecho con el Presidente venezolano. Incluso, en el marco de la Organización de los Estados Americanos, Venezuela mostró su apoyo abiertamente al gobierno nicaragüense.

¿Qué se puede esperar en fechas próximas?

La comunidad internacional permanece alerta sobre la situación en el país. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos busca garantizar la seguridad de los nicaragüenses, sin embargo, el gobierno de Ortega se ha mantenido ausente en las audiencias encaminadas a revisar la situación de derechos humanos en Nicaragua. En el mismo sentido, la Organización de las Naciones Unidas busca el diálogo y la diplomacia como medios para alcanzar la pacificación en el país, hasta el momento sin ningún resultado visible. Aunque la iglesia ha jugado un papel importante para buscar el diálogo, en el corto plazo no se vislumbra una solución favorable para los nicaragüenses, por lo que los países de la región se mantienen expectantes frente a un posible aumento en las migraciones. En la medida en que la crisis se mantenga en el mismo sentido, los problemas que conlleva seguirán agudizándose con mayores repercusiones para la población civil.

ALMENDRA ORTIZ DE ZÁRATE BÉJAR es licenciada en Relaciones Internacionales y maestra en Administración Pública por la Universidad Anáhuac. Es doctora en Gestión Estratégica y Políticas de Desarrollo e investigadora del Centro Anáhuac de Investigación en Relaciones Internacionales. Sus principales líneas de investigación incluyen estudios sobre migración internacional, teoría de las Relaciones Internacionales y Norteamérica. Sígala en Twitter en @alortizb.

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