Combatiendo al sectarismo de la izquierda

14 enero, 2016 • Entrevistas, Europa, Latinoamérica, Portada • Vistas: 7690

FAL / Andrés Santos

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Entrevista FAL a Paco Ignacio Taibo II

avatarDefault Sergio E. López-Araiza

Enero 2016

La terrible afirmación de que «la historia es escrita por los vencedores» se repite constantemente en el imaginario colectivo. Por este motivo es que rescatar historias y versiones añejas que el paso del tiempo ha dejado en el olvido se ha convertido en la obsesión de Paco Ignacio Taibo II, quien, en su más reciente libro Que se hagan fuego las estrellas relata la evolución del movimiento anarcosindicalista de Barcelona en 1917. Sergio E. López-Araiza, Editor Web de Foreign Affairs Latinoamérica, se reunió con el escritor para hablar de este trabajo, de su más reciente serie televisiva Los nuestros y del papel de la cultura en la política. Sígalo en Twitter en @Taibo2

Foreign Affairs Latinoamérica Acabas de publicar un nuevo libro, titulado Que sean fuego las estrellas,  acerca del movimiento anarcosindicalista de Barcelona en 1917. ¿Qué te lleva a abordar un tema como este que ha sido olvidado por la historia?

Paco Ignacio Taibo II – Precisamente eso me llevó a hacerlo. No existen los temas obligatoriamente olvidados, existen los temas lamentablemente olvidados. Cuanto más fuerte es una historia escondida en el pasado, más importante es meterte a rescatarla. Además, hay otras razones personales que fueron importantes y que detallo en el prólogo. La primera de ellas es que un escritor escribe acerca de lo que le da la gana y busca lo que busca, ya si lo encuentra o no es otra historia. La segunda es que, en tiempos como estos en México, echo de menos a esta clase obrera combatiente y organizada, de una riqueza ideológica y didáctica potente.

Yo participé en el último gran auge sindical que ha vivido México con los electricistas, los ferrocarrileros y los sindicatos del Frente Auténtico del Trabajo en la década de 1970. Ahí había un poder y una fuerza demoledora. La derrota de esta oleada, la de la democracia sindical, dejó un vacío que no ha sido llenado y, en tiempos como estos donde el país necesita un gran nivel de organización, de conciencia y de capacidad de acción, echo de menos a una clase obrera con estas características. Entonces, en este tenor de nostalgia, me fui a la nostalgia que tenía que era este trabajo de investigación que hice hace 30 años y nunca había desarrollado.

FALEs interesante que incorpores al México actual en la discusión. ¿Qué lecciones deberían extraer la clase obrera y los sindicatos mexicanos de este libro?

PITII – Creo que la lección primordial es que el anarcosindicalismo de aquella Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y de aquellos momentos aportó una estructura de intervención y un nivel de organización profundo. Al mismo tiempo pone a la luz un viejo debate de la izquierda, que es decidir entre organizar un movimiento de masas o promover una vanguardia armada. Me parece que este debate sigue siendo absolutamente vigente, sigue estando aquí y varía según los momentos y las épocas.

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En la Barcelona de 1917 este debate fue de una gran intensidad.  Por un lado, varios grupos anarquistas decidieron que el camino era el camino de «las estrellas» -las estrellas eran las Stars, las pistolas más comunes de aquella época-. Por el otro, había anarcosindicalistas como Salvador Seguí y Ángel Pestaña que insistían en que el camino a seguir era la organización de masas para extender el sindicalismo y llevarlo a la vida diaria en otros espacios, como los precios de los abastos y el aprovisionamiento de víveres, entre otras cosas.

FALEste debate, cuya vigencia es clara en cada movilización en México, ¿cómo puede resolverse?

PITII – Considero que los debates jamás se resuelven, permanecen ahí y la historia va dando razón parcial o total a unos o a otros. La gracia es aportar material a este debate. En este sentido, parto del supuesto de que cada vez me interesa más que haya una izquierda joven y culta políticamente y hago mis esfuerzos por colaborar a esto.

FAL Otro tema que está en segundo plano, porque el movimiento obrero que describes no se involucra con él, es el separatismo catalán que tan en boga está en estos días…

PITII – No se involucra pero sí se define claramente: «nosotros» dice la CNT mediante sus portavoces -que curiosamente dan los discursos públicos en catalán- «no somos nacionalistas, somos internacionalistas. Nosotros no creemos que la gran variación sea poner en manos del capital local los destinos». Por este motivo no colaboraron en ningún momento con los nacionalistas. Lo dicen una y otra vez, porque son virulentamente antinacionalistas en la medida en que son virulentamente internacionalistas. De hecho, los nacionalistas en aquel momento están representados por la burguesía y por el poder militar de Madrid.

En cuanto al nacionalismo catalán de nuestros días, yo no tengo que romper lanzas en su contra. Me parece legítimo que todo pueblo se autodetermine mediante una decisión de mayorías, porque si no es de este modo, lo que va a hacer es crear una nueva minoría.

FAL / Andrés Santos

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FAL Estás trabajando en un nuevo libro acerca de la lucha armada en México durante el siglo XIX. ¿De qué se trata este proyecto?

PITII – Es un libro que abarca el panorama de los 14 años que van de la caída de Antonio López de Santa Anna en 1853 hasta el fusilamiento de Maximiliano de Habsburgo y la entrada triunfal de Benito Juárez a la Ciudad de México. Estos son los años de la república armada del liberalismo de a de veras mexicano. Estoy intentando construir una visión crítica y, al mismo tiempo, epopéyica. Es una epopeya, pero los personajes no son de cartón: Ignacio Zaragoza duda, Juárez abusa a ratos del poder y Manuel Doblado se pandea. Es una historia de personajes con un nivel de realidad muy potente y, por lo tanto, de contradicciones.

Es un libro que busca acabar con la visión broncínea que nos quisieron imponer en su día y, simultáneamente, es una pinche ofensiva contra el pensamiento reaccionario que trata de descafeinar el liberalismo del siglo XIX. Lo más interesante es que todo esto quiero convertirlo en un libro accesible para un estudiante de secundaria inteligente. Entonces me muevo en una mezcla de un trabajo de divulgación que pueda ser leído apasionadamente por un adolescente listo y, al mismo tiempo, una investigación en profundidad que queme y que agote las miles de fuentes a las que tengo acceso.

De repente se vuelve pecaminoso. Entras en los archivos del Foregin Office inglés para seguir la crisis mexicana  y son tomos y tomos de correspondencia. De repente dices «para los efectos de esta historia resulta intrascendente, no es mi centro. Ni siquiera es un centro periférico de la historia». Entonces abandonas los archivos del Foreign Office después de haber sacado cien hojas de notas. Luego tienes ocho versiones distintas de la Batalla de las Cabras, que se dio en el norte y que nadie en este pinche país recuerda. Y te dices, «¿Para qué quiero ocho versiones? ¿Cuántas páginas le voy a dedicar a la Batalla de las Cabras?».

También te encuentras con todo el pinche debate delirante sobre los gustos sexuales, los amores y los conflictos entre Maximiliano y Carlota en materia de amor y de sexo. Y tú dices «ay güey, ¿le entro o lo dejo?». Este es uno de los temas que se han vuelto obsesivamente interesantes y que no son trascendentes. Decidí no dejarlo, pero voy a preguntarme por qué a los escritores pinchurrientos les preocupan tanto los amores de Carlota o si Maximiliano era impotente mientras que nadie explora la vida sentimental de Benito Juárez. Nos lo pintan como una figura asexuada, lo cual no es cierto. Por esto dedico unas páginas al «Juárez bailarín» que nadie conoce. Bailaba saraos, polkas, cuadrillas, valses, habaneras. Podía bailar 10 horas en una pequeña fiesta en Chihuahua o en san Luis Potosí.

No sé qué es exactamente lo que quiero, pero sé que esta es la manera en que me gusta contar la historia. Por eso este libro es el exceso y llevo 15 años trabajando en él -sin decir que lo estaba haciendo- y reuniendo material. Hay que comprender que ningún personaje es sencillo porque, cuando lo es, se torna peligroso ya que seguro lo estás estudiando mal. Cuando se te presenta como simplón es pura madre. Cada vez que dudo quiere decir que voy por el camino correcto porque la sabiduría es una acumulación de dudas, no de certezas. Este es el libro que quiero hacer y solo sé que se llamará Patria.

Además, estoy convencido de que este es un tema urgente. El juarismo ha sido olvidado por la historia porque es peligrosísimo. Es peligroso, desde el punto de vista del gobierno mexicano, recordar que los ministros de hacienda de Juárez murieron pobres. Donde ser alto funcionario es «enriqueceos al grito de guerra» es penoso recordar una época que está hacinada por la frase de Melchor Ocampo de «uno viene al Estado a servirlo, no a servirse de él».

FALEstas promoviendo otro proyecto con Telesur. Es una serie de documentales titulada Los Nuestros. ¿Qué une a personajes como Antonio Guiteras con John Reed y con Lázaro Cárdenas? ¿Por qué juntarlos en una misma serie?

PITII – Principalmente porque es mi santoral laico. Además, planteo una idea muy clara que está en toda la serie que es que ya llegó la hora de que nos coloquemos más allá de las diferencias ideológicas que separaron a la izquierda sectariamente. Por este motivo, tomo de todo del pasado -nacionalistas, progresistas, comunistas, independentistas y anarquistas- y digo «esos son los nuestros», porque este pasado nos es común a quienes luchamos.

Me interesan personajes no conocidos con historias complejas. Me interesa explorar quién asesinó a Roque Dalton, cometiendo uno de los actos de sectarismo más brutales de los últimos 50 años. Me interesa explorar el debate entre el intelectual y el intelectual militante que plantea Rodolfo Walsh: «soy escritor, soy periodista y, además, soy miembro de la dirección media. ¿Debo renunciar a uno en función del otro?». Me interesa discutir esa historia y, en la medida en que la aprecio enormemente, me interesa que se lea de nuevo a John Reed y a Rodolfo Walsh. Me interesa reflexionar sobre la expropiación petrolera en México y la figura de Cárdenas porque está colocada en el terreno de los casi imposibles.

En pocas palabras, me interesa eso que León Trotsky llamaba el «mucho más interesante papel del individuo en la historia de lo que podría suponerse» y entonces recojo a estos «nuestros» junto con la experiencia colectiva de los Yaquis. Por otro lado, en general hago televisión con temas que ya he trabajado en libros porque me permite conocerlos bien antes de ponerme a hablar de ellos y antes de ponerme a filmar sus historias. Ahora está estrenándose Ernesto Guevara, también conocido como El Che, un largo documental que hicimos sobre este personaje.

FAL / Andrés Santos

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FAL Si hiciéramos esta serie en 50 años, ¿quiénes serían «los nuestros» de esta época?

PITII – Esa pregunta la podría responder en 50 años. Cuando haces historia, tienes que ir al pasado porque el presente es demasiado móvil. En ese sentido, cuando te mueves en el presente, utilizas las armas del periodismo y no las armas de la historia. Estás en un terreno que se mueve y en el que las cosas cambian. Por este motivo, todo lo que puedes decir hasta hoy acerca del presente está limitado.

FAL Sin embargo, es cierto que tenemos en Latinoamérica una especie de bimodalidad: por un lado hay gobiernos muy de derecha y, por el otro, muy de izquierda. ¿Se puede hablar de que esta es una tendencia?

PITII – Sí, si quieres simplificarlo. En términos de una tendencia general, puedes decir que hay una composición progresista que abarca a una docena de países y una composición muy reaccionaria que abarca a otra media docena. Ahora, no es lo mismo hablar de Raúl Castro y de la Revolución Cubana con 50 años de desgaste que hacerlo Rafael Correa o del kirchnerismo argentino, basado en una parte del peronismo con una incidencia muy interesante en los jóvenes que habría que explorar. No es lo mismo el proceso venezolano sin Hugo Chávez que la interesantísima experiencia, yo diría personal, del expresidente José Mujica gobernando Uruguay. No es lo mismo el Frente Amplio uruguayo que el sandinismo chafa de los Ortega.

Sin embargo, en términos generales, hay un elemento que los une: frenaron la parte más agresiva del neoliberalismo que caminaba por Latinoamérica. La detuvieron, la frenaron y empezaron a actuar en el sentido opuesto. Mientras tanto, Colombia y México han sido el punto de sostén del delirio neoliberal, curiosamente abanderados por lo peor de este proyecto que, entre otras cosas, se ha mostrado no solo como altamente nocivo, tóxico y destructivo socialmente, sino completamente ineficiente.

FAL Si quisiéramos construir esta Latinoamérica bolivariana que has defendido en varias ocasiones, ¿cómo tendríamos que reconciliar estas posturas? ¿Qué tendría que cambiar?

PITII – En principio, creo que conociendo, informando, discutiendo y analizando. Es necesario crear mecanismos de transporte y de comunicación. En ese sentido he estado preocupado por construir puentes culturales porque la cultura es balsámica y permite pasar por donde otras cosas no pasan. Además, es necesario regenerar la información en el debate e incorporar una máxima en los países que diga «Latinoamérica es una».

FAL Entonces la cultura desempeña un papel central. En ese sentido, ¿qué aporta al debate político?

PITII – La cultura trabaja sobre la educación sentimental que, sin duda, es la que nunca falla. Cuando Lenin se equivoca, Robin Hood tiene razón.

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SERGIO E. LÓPEZ-ARAIZA  es Editor Web de Foreign Affairs Latinoamérica. Sígalo en Twitter en @selopab. Esta entrevista ha sido editada y resumida para ajustarse al formato de la publicación.

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One Response to Combatiendo al sectarismo de la izquierda

  1. Juan José Padilla dice:

    Excelente entrevista, me quedé con ganas de más…

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