Análisis de la evaluación estratégica de Israel 2018

8 mayo, 2018 • Artículos, Medio Oriente, Portada • Vistas: 8406

Segunda Parte

The Forward-Getty Images

Daniel Kupervaser

Mayo 2018

Desafíos, dilemas y sugerencias

Uno de los principales desafíos de Israel, de acuerdo con el informe anual del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional de la Universidad de Tel Aviv (INSS), Strategic Assessment for Israel 2017-2018, es frente al eje iraní en el límite norte. «El reto de Israel en este aspecto para el futuro mediato e inmediato implica tener en cuenta un osado y amplio plan operativo frente a los tres factores centrales de fuerza en el norte: Hezbolá, Irán y Siria. De esta manera Israel tendrá que sopesar permanentemente el carácter de sus acciones y el control de los niveles de la escalada bélica, y con base a las nuevas condiciones: si, cómo, cuándo y dónde atacar fuerzas iraníes o sus agentes en la zona. El dilema central se resume entre el objetivo de destruir el fortalecimiento del enemigo para minimizar las amenazas a Israel en el futuro, frente al peligro de una escalada inmediata en respuesta a la acción. Israel deberá delimitar muy claramente las zonas de acción para evitar enfrentarse con Rusia, quien aparece como factor importante en la región, pero no se lo considera enemigo.»

Otro punto que mencionan es la posibilidad de una tercera guerra del Líbano. Tanto Israel como Hezbolá no están interesados en una nueva guerra entre ellos. No por eso se debe dejar de tener en cuenta que toda acción israelí destinada a impedir el fortalecimiento de Irán en la zona puede desembocar en la apertura de una nueva guerra, ‘la primera guerra del norte’ o ‘la tercera guerra del Líbano’, esta vez con la posible participación de Hamas en el sur. En ese aspecto, Israel debe prepararse ante tres posibles escenarios: una guerra en el Líbano solamente, una guerra con participación sirio libanesa incluyendo elementos iraníes y chiitas que operan en la región, y, finalmente, una guerra conjunta con participación iraní desde Irán.

En cuanto a la rectificación del acuerdo de Irán con las potencias, «el gobierno de Israel se encuentra en una situación ideal. Donald Trump ve la amenaza iraní y la problemática del acuerdo sobre desarrollo de capacidad nuclear firmado por las potencias con los mismos ojos que Jerusalén. Se deben transformar estas declaraciones y coincidencias ideológicas entre Estados Unidos e Israel en un acuerdo oficial, ‘acuerdo paralelo’, respecto de la amenaza iraní en general, y la rectificación del acuerdo con las potencias en su punto central. Es importante señalar que, pese a las amenazas, en los años próximos una realidad con el acuerdo existente en vigencia es preferible antes que una realidad sin acuerdo».

Tanto Israel como Hezbolá no están interesados en una nueva guerra entre ellos. No por eso se debe dejar de tener en cuenta que toda acción israelí destinada a impedir el fortalecimiento de Irán en la zona puede desembocar en la apertura de una nueva guerra.

 

Otro de los puntos trata el tema de reavivar el proceso de paz con los palestinos. «Nunca en el pasado la simpatía del Presidente de Estados Unidos fue tan positiva como lo es con Trump. Pero lo más importante es aprovechar esta oportunidad histórica para Israel y no dejarla pasar de lado. Se sabe que las posibilidades de arribar a un acuerdo definitivo con los palestinos son muy bajas e incluso nulas. Ante la evaluación general de que este proceso está destinado de antemano al fracaso, es muy importante que Israel no sea acusado de ser el responsable de ese revés. La renovación de las negociaciones puede conducir a logros importantes, principalmente, detener el presente desliz a un estado binacional, que necesariamente será no judío y/o no democrático.»

Discusión

La proyección descrita del espacio estratégico militar refleja una visión fidedigna de los desafíos y dilemas con los que Israel deberá enfrentarse a corto plazo. En ellos se perfila la conocida visión israelí del predominio de la disuasión basada en una permanente manifestacion práctica de la capacidad destructiva del largo brazo de las fuerzas de defensa del país. El sofisticado servicio de informaciones le permite llevar a cabo acciones que se anticipan generalmente a todo intento de menoscabar su potencial.

Es importante señalar que el informe adopta una posición contraria a Benjamín Netanyahu en relación al acuerdo de las potencias con Irán. Mientras el Primer Ministro israelí exige modificaciones drásticas o su cancelación, estos expertos prefieren mantenerlo en vigencia ante la posibilidad de su cancelación como consecuencia de negativas iraníes a los cambios propuestos por Netanyahu. El informe del INSS sufre de severas carencias y contradicciones en todo lo referente al espacio estratégico político a largo plazo, marco que de alguna manera actúa como sustento básico del militar a corto y largo plazo. La falencia básica de esta evaluación se conforma como resultado conjunto de tres elementos: 1) error de apreciación respecto del axioma que supone eternas relaciones especiales con Estados Unidos; 2) asentimiento tácito incuestionable de la consolidación de una visión política determinada de la sociedad israelí respecto del conflicto palestino israelí, y 3) desconsideración de la motivación básica que conduce el estrato político que conduce el país.

Cuando se refiere al apoyo estratégico estadounidense, el informe está en lo cierto cuando sostiene que se trata de «el capital estratégico de mayor importancia para la seguridad nacional de Israel». La seriedad del informe se ve muy afectada cuando afirma que «se basa en valores e intereses comunes a los dos países», y, tácitamente, también supone que subsistirá eternamente. La realidad es distinta, y en algunos aspectos en el futuro puede llegar a ser diametralmente opuesta.

Muy fácilmente se puede demostrar que en el mundo se da la idéntica situación de «valores e intereses comunes» entre Estados Unidos y decenas de otros países sin que eso conlleve a relaciones tan íntimas y condicionadas como en este caso. Probablemente se podrían enumerar más de un perjuicio para los intereses de Estados Unidos que esta relación especial con Israel le causa al país del norte.

El patrón de comportamiento que caracterizó a todos los gobiernos estadounidenses de las últimas 3 décadas se basa en la dependencia que se fue consolidando entre los candidatos al poder ejecutivo y legislativo con el potencial de movilizar importantes sumas de dinero para sus campañas proselitistas. En este escenario, la función de aportar o movilizar millonarias sumas por parte de potentados o entes judíos, en gran parte identificados con intereses israelíes, jugaron y juegan un papel crucial. Para las últimas elecciones presidenciales de 2016, Gil Troy, en su libro The Jewish vote in US, estimó que la población judía de Estados Unidos con una participación del 2% en el total nacional, aportó el 50% del presupuesto de la campaña demócrata y el 25% de la republicana.

También el informe comete un error cuando manifiesta su preocupación del peligro por «la grieta que cada día se ensancha más entre Israel y la comunidad judía estadounidense». No se trata de una política errónea del gobierno de Netanyahu, sino de una visión consistente. Pese a la creencia de convertir judíos al cristianismo en el futuro, Netanyahu no tiene ningún problema en flirtear con grupos evangelistas de creciente influencia a la par que echa por la borda a dos tercios de la colectividad judía estadounidense (judíos reformistas y conservadores). Aunque su oficina aduce que sus palabras fueron extraídas de su contexto, Netanyahu lo corroboró cuando afirmó que estos judíos desaparecerán en una o dos generaciones debido a su acelerado proceso de asimilación (Amos Harel, Haaretz, 29-12-17).

Netanyahu no requiere del apoyo de toda la colectividad judía del país del norte. Le es suficiente con unos pocos millonarios judíos influyentes, tanto republicanos como demócratas, que, junto a los evangelistas, condicionen decisiones importantes del gobierno del país del norte. La última resolución de Trump de reconocer Jerusalén como capital de Israel es un buen ejemplo. Como se sabe, este dramático paso del gobierno estadounidense fue básicamente el resultado de presiones importantes de parte del vicepresidente evangelista Pence y el millonario judío Sheldon Adelson, el principal donante en la campaña de Trump (Walla, 9-12-2017)

Llama la atención que una institución tan seria como el INSS ni siquiera sopesó la posibilidad que la sociedad estadounidense obligue a la ruptura de ese vínculo con donantes detrás de intereses foráneos, o que surjan nuevas alternativas para Israel. Esta falencia se hace más notable a la sombra de sus mismas evaluaciones que perciben un significativo incremento del predominio ruso y chino en el mundo futuro frente al evidente deterioro de la influencia estadounidense concentrada en la política de «Estados Unidos primero». La conducta israelí solo se la puede comparar a la de un ludópata crónico confabulado con el gerente del casino para tramar conjunta y previamente el número donde se asiente la bolita y de esa manera ganar millones. El día que esa confabulación sea masivamente censurada o el responsable del casino encuentre un negocio más rentable, Israel se puede quedar en la calle. No en vano, Daniel Pipes, un renombrado analista del extremismo republicano y acérrimo defensor de Israel, se pregunta muy preocupado en estos días ¿Cuánto durará la luna de miel entre Estados Unidos e Israel? (El medio, 6-2-18).

Llama la atención que una institución tan seria como el INSS ni siquiera sopesó la posibilidad que la sociedad estadounidense obligue a la ruptura de ese vínculo con donantes detrás de intereses foráneos, o que surjan nuevas alternativas para Israel.

 

No menos llamativo es la posición contradictoria en la base del informe respecto de esta temática tan crucial para Israel, el conflicto con los palestinos. Por un lado sostiene que las posibilidades de llegar a un acuerdo definitivo son «muy bajas hasta nulas», y como si fuera poco, reconoce que esta situación lleva a Israel a un «desliz de un estado binacional, que necesariamente será no judío y/o no democrático». Frente a este oscuro horizonte, estos distinguidos expertos no tienen otra sugerencia más que acentuar el objetivo principal de las negociaciones en este tema «que Israel no sea acusado de ser el responsable de ese fracaso». Difícilmente se puede interpretar esta recomendación más que una clara identificación con la eternización del status quo que es la base de la política de Netanyahu que claramente goza de apoyo mayoritario de la población judía de Israel.

Por último, cuando trata sobre la agudización de la polarización en el frente interno, el informe llama a la renovación de la solidaridad y pacificación interna con pasos que permitan aflojar las tensiones dentro de Israel. Se demanda de la dirección política medidas que garanticen un «equilibrio razonable entre los valores judíos nacionales y aquellos democráticos y liberales». Lamentablemente estos expertos pecan por falta de comprensión que la permanencia en el poder de la coalición de Netanyahu demanda la toma de medidas «judías» aunque antidemocráticas o «nacionales» pero antiliberales.

No se trata de definir a Netanyahu déspota o tirano, sino que, ante la falta de un proyecto nacional definido y preciso, el sagrado objetivo de perpetuarse en el poder lo lleva necesariamente a rendirse ante presiones de sectores extremistas y minoritarios, aunque imprescindibles para su coalición. Netanyahu tiene serios motivos para preocuparse por su futuro político como Primer Ministro de Israel. Si fuese por este informe, puede dormir muy tranquilo.

Primera Parte

DANIEL KUPERVASER es licenciado de Economía por la Universidad Nacional de Rosario en Argentina. Es autor de Israel se emborrachó y no de vino, prologado por Marcelo Cantelmi, Jefe de Exteriores del Diario Clarín de Argentina. Además, es autor del blog Ojalá me equivoque. Sígalo en Twitter en @KupervaserD.

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