Alfonso Reyes, Cárdenas y la República española

28 enero, 2019 • Artículos, Europa, Latinoamérica, PJ Comexi, Portada, Sin categoría • Vistas: 6775

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Emerson Segura Valencia

Enero 2019

Una colaboración del Programa de Jóvenes del Comexi

«¡Viva la República española!

¡Viva!»

Lázaro Cárdenas, 1936,

en el grito de independencia desde el balcón de Palacio Nacional.

A casi 130 años del nacimiento de Alfonso Reyes, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha decidido volver a circular entre la ciudadanía su Cartilla Moral, redactada a petición del entonces secretario de Educación Jaime Torres Bodet en 1944 y que, sin duda, en su cruzada historicista y simbólica, el Presidente ha desatado diversas críticas y elogios tras dicha decisión. No obstante, resulta pertinente recordar a Reyes no solo por su aportación al mundo de las letras como ensayista, poeta y rotundo humanista, sino sobre todo, por su aportación política como diplomático en momentos difíciles para un representante del gobierno mexicano de aquella época.

Reyes tuvo un relevante paso por España. El historiador Javier Garciadiego lo divide en dos grandes momentos. El primero, cuando los revolucionarios constitucionalistas encabezados por Venustiano Carranza entraron a la Ciudad de México y desconocieron al personal del gobierno de Victoriano Huerta en 1914, y Reyes, al formar parte del Servicio Exterior Mexicano de ese gobierno, también se ve inhabilitado y en la necesidad de abandonar París. Entonces se traslada a España en búsqueda de nuevas oportunidades. Cabe recordar que un año antes, Don Alfonso llegó a París como Segundo Secretario de la delegación mexicana, tras la muerte de su padre, el general Bernardo Reyes, a consecuencia de la arremetida contra Francisco I. Madero en Palacio Nacional en febrero de 1913, origen de la Decena Trágica.

En esta primera etapa de 1914 a 1920, Reyes se desempeñó en el ámbito editorial y cultural en diversos espacios de la prensa española. Pero sería en su segunda etapa, de 1920 a 1924, tras la llegada de Álvaro Obregón a la presidencia y de José Vasconcelos a la Secretaría de Educación, que lo habilitan de nueva cuenta como representante del gobierno de México, retomando así el rumbo diplomático.

Entre algunos de los principales retos que enfrentó Don Alfonso como diplomático en aquel periodo fue el de lidiar con los reclamos por parte de españoles en contra de la reforma agraria impulsada por el gobierno de Obregón que concedió capacidad jurídica al otorgamiento de tierras a los pueblos, limitó el máximo de la pequeña propiedad, y asimismo, denominó como «ejido» a la extensión de tierra dotada. Por otro lado, de 1924 a 1927, se desempeñó como funcionario en París donde tuvo que explicar las dimensiones de la denominada «guerra cristera» bajo el gobierno del presidente Plutarco Elías Calles y las implicaciones de la disputa sobre la participación del clero en la política y el aumento de controles a los bienes de la iglesia. Este conflicto lo seguiría en su próxima misión diplomática en Buenos Aires, Argentina, donde permanecería de 1927 a 1930 y, posteriormente, sería enviado a Brasil de 1930 a 1936. Si bien esta primera etapa es de suma importancia por su genuino interés en defender la imagen de México en el exterior y establecer una mayor interlocución entre México y estos dos países, el periodo póstumo adquiere una dimensión única para el diplomático y el gobierno mexicano: la Guerra Civil española.

Respaldo a la Republica española

En 1936 al estallar la sublevación franquista en España, México estaba inmerso en una vorágine de cambios políticos y reconfiguraciones sociales dirigidos por el general Lázaro Cárdenas (de 1934 a 1940). El respaldo hacia la República española por parte del gobierno de Cárdenas no solo osciló entre el discurso, la identificación de una ideología compartida o bien, la solidaridad con los exiliados españoles, sino al despliegue de una política exterior de permanente activismo a favor de la República.

Reyes se proyecta como un personaje que lleva su capacidad política al límite, a pesar de los impedimentos tradicionales del comportamiento diplomático.

Esta convicción política del general Cárdenas se tradujo en una polarización política en una sociedad mexicana cada vez más compleja. El historiador y politólogo Mario Ojeda Revah da cuenta de esta confrontación en su obra intitulada México y la Guerra Civil española, donde detalla la configuración política de ese momento. Por ejemplo, la adhesión a favor de la republica española se extendió a los sindicatos y a las agrupaciones políticas identificadas con la izquierda revolucionaria, como lo fueron la Confederación de Trabajadores de México y el Partido Comunista Mexicano. En contra parte, en respuesta a estas posiciones, surgieron organizaciones abiertamente anticomunista y opuestas a la políticas de corte «socialista» implementadas por el presidente Cárdenas, como lo fueron Acción Revolucionaria de México y el Partido Revolucionario Anticomunista.

En se segundo informe de gobierno acordó la venta de «20 000 fusiles de 7 milímetros y 20 millones de cartuchos de fabricación nacional» al gobierno español tras una petición realizada por medio de su embajador en México, Félix Gordón Ordás donde aseguró «que se pondrían a su disposición en el puerto de Veracruz». Cabe mencionar que la Guerra Civil española representó un paradigma en lo que constreñía al dilema de la no intervención. Diversas democracias europeas se abstuvieron de intervenir en un inicio por medio del Comité de no Intervención, creado a iniciativa de Francia, cuyo objetivo era evitar la intervención extranjera en la misma. Fue así como México pasaría a involucrarse en un conflicto interno y a respaldar a la República. Por otro lado, Alemania e Italia apoyaron de manera decisiva a la España de Francisco Franco. Es decir, el gobierno del general Cárdenas consciente de las implicaciones de inmiscuirse en el conflicto, asentó su posición.

La causa republicana

La actuación de los diplomáticos suele ser vista como una extensión de las decisiones del presidente en materia de política exterior, con justa razón, ya que el mandatario en turno la dirige y nombra a sus representantes en el exterior. Sin embargo, para el caso que nos ocupa, resulta interesante recuperar el caso de Don Alfonso Reyes, ya que profesaba una especial simpatía por la causa republicana, no solo por que representaba a un gobierno con estas convicciones sino, desde luego, por sus preferencias ideológicas. Esto en buena medida se explica debido a los estrechos vínculos de amistad que estableció con el mundo intelectual y académico español durante su juventud. En este sentido, Reyes se proyecta como un personaje que lleva su capacidad política al límite, a pesar de los impedimentos tradicionales del comportamiento diplomático. Durante su segunda estancia en Argentina ya con el rango de embajador, Reyes asistió a mítines a favor de la República y esto le ocasionó problemas tanto con la Cancillería argentina como con las representaciones de otros países convergentes con el franquismo. Más adelante, en 1938, tras la nacionalización de la industria petrolera, es enviado a una breve misión en materia comercial a Río de Janeiro y regresaría ese mismo año a México, donde sería el primer Presidente de la Casa de España, que más adelante se convertiría en El Colegio de México. Cabe señalar que la Casa de España fue concebida por idea de Don Daniel Cosío Villegas a manera de solidaridad con los intelectuales españoles exiliados. En abril de 1939, concluiría la Guerra Civil española con la victoria del bando nacional encabezado por el general Franco, lo sucedido 36 años después, ya es ampliamente conocido.

EMERSON SEGURA VALENCIA es licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad de las Américas (UDLA). Se desempeñó como investigador en el Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques del Senado de la República y como asesor legislativo en la Comisión de Relaciones Exteriores Organismos Internacionales del Senado. Es Coordinador de Análisis del Programa de Jóvenes del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (Comexi). Sígalo en Twitter en @Emer_Seg.

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