Acuerdo nuclear: la guerra Irán-Irak al revés

13 abril, 2015 • Artículos, Medio Oriente, Norteamérica, Portada, Regiones • Vistas: 9165

EFE

EFE

avatarDefault Moisés Garduño García

Abril 2015

La guerra Irán-Irak fue uno de los episodios más sangrientos de la Guerra Fría que enfrentó al régimen de Sadam Hussein contra la recién nacida República Islámica de Irán a lo largo de la década de 1980. A pesar de que en algún momento de este conflicto Estados Unidos vendió armas de manera clandestina a Irán (en lo que se conoció como el Irán-Contra Affair), Estados Unidos apoyó directamente a Sadam Hussein mediante la venta de armas y gas sarín que facilitaron algunos agentes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), esto de acuerdo con el informe «A las puertas de Basora» mostrado al entonces presidente Ronald Reagan y a su secretario de Defensa Donald Rumsfeld en 1987.

Después de esta cooperación, es sabido que la enemistad entre Hussein y Estados Unidos llegó cuando Washington no avaló la invasión iraquí a Kuwait en la década de 1990, lo que provocó la aplicación de una serie de sanciones económicas al país árabe seguida de la invasión en 2003 y el eventual derrocamiento del Presidente iraquí a pocos días del inicio del bombardeo de las ciudades principales. Cuando esto sucedió, cerca de 400 000 soldados iraquíes se dispersaron en los barrios a lo largo y ancho del país, incluyendo por supuesto a los miembros del Comité Revolucionario del Partido Baaz que sobrevivieron al ataque estadounidense y que han librado una guerrilla de resistencia por más de una década no solo contra las fuerzas invasoras sino también contra los grupos armados de influencia iraní los cuales, aprovechando el vacío de poder dejado por el régimen baazista, han utilizado las oficinas de inteligencia y sus contactos en ciudades como Basora, Kerbala y Nayaf, para ganar presencia militar en la zona.

Cuando nos acercamos a los nombres de los líderes de aquel Consejo Revolucionario de Irak y los cotejamos con los nombres de algunos líderes del Estado Islámico (Daesh) encontramos muchas resonancias. Un artículo publicado en The Washington Times el 4 de abril de 2015 por Liz Sly puntualiza que tras la ley de «desbaazificación» promulgada por Paul Bremer en 2003, se ha podido observar que la disolución del ejército iraquí llevó a personas como Abu Musab al Zarkawi, Abu Bakr al Bagdadi, Abu Omar al Bagdadi, Abu Ayman al Iraqi, Abu Ali al Anbari, Abu Muslim al Afari, Abu Ahmad al Alwani, entre otros, a buscar un lugar en la insurgencia actual encabezada por varios sunníes iraquíes bajo el nombre de Daesh que tienen como enemigos a los mismos actores que enfrentaron en 2003 cuando portaban el uniforme militar iraquí, es decir, a Estados Unidos e Irán.

AFP

AFP

Aunque la característica secular del Partido Baaz no concuerda con el discurso religioso de Daesh, inevitablemente algo los relaciona en el terreno, es decir, el miedo con el que atemorizan a la población y las prácticas sanguinarias con las que controlan pueblos enteros, esto aunado con la transnacionalización de su organización, el conocimiento de rutas comerciales, contactos para vender petróleo y el manejo perfecto de la lengua local. Exoficiales baazistas, entonces, han sido la verdadera fuente que ha nutrido a Daesh como organización trasnacional que opera más como un ejército coordinado que como una organización terrorista. Justamente este potencial ha llevado a Estados Unidos a aliarse formalmente con Irán bajo el guion del programa nuclear y la faceta del reconocimiento de este país como una potencia regional de facto ante la molestia de aliados históricos de Washington como Arabia Saudita e Israel que no pueden ayudar en este conflicto de manera tan eficiente como lo puede hacer Irán.

Ciertamente el pacto nuclear iraní era impensable en la coyuntura de 2002 a 2009 cuando Estados Unidos tenía una estrategia de agresión plena en Irak y denominó a Irán como parte del llamado «eje del mal». Esto atrajo muchas críticas al entonces presidente George W. Bush hasta el último día de su segundo mandato por la cantidad de bajas que representó la presencia militar en Irak, la cual había sido ilegal ante las propia Organización de las Naciones Unidas. Además, la retórica belicista de Mahmoud Ahmadineyad entre 2005 y 2012 en nada ayudó a entablar negociación alguna con su contraparte estadounidense. No obstante, la coincidencia entre Barack Obama y Hassan Rouhani, aunado a la expansión de exbaazistas que ondean la bandera de Daesh en las fronteras entre Irak y Siria en 2013, han sido factores de peso que han acercado a Teherán y a Washington en cuestiones geopolíticas. Estas no solo se reducen al programa nuclear iraní sino que tienen que ver con las estrategias militares en armonía que ambos gobiernos tienen para frenar a los residuos del ejército baazista que, sin Sadam Hussein, hoy se maneja a través de una multiplicidad de líderes militares, estrategas, comerciantes, políticos y religiosos en territorios que conocen muy bien después de varios años de servicio, los cuales pueden ser incursionados por los iraníes cuyas células asimétricas han explorado por años.

Así, aunque el pacto nuclear entre Irán y el G5+1 constituye un gran logro diplomático en varios sentidos, debe enmarcarse en este contexto y en esta coyuntura porque la lucha contra los exoficiales iraquíes los ha acercado más que el número de centrifugadoras que funcionarán o no en suelo iraní. Después de revisar el origen estratégico y militar de esta organización, se puede decir que la lucha contra Daesh durará cerca de 2 décadas (el mismo rango que se ha delimitado para el pacto nuclear), aunado a un proyecto de pacificación que sin duda llevará a trabajar a Irán y a Estados Unidos más cerca de lo que creyeron al momento de firmar las primeras resonancias sobre el tema en 2013, justo cuando Rouhani llegó a la presidencia iraní. Por supuesto que de aquí a 20 años pueden pasar muchas cosas, pero lo importante ahora es que, sobre el terreno, la estrategia militar irano-estadounidense encabezada por gente como Qassim Suleimani (el general iraní más importante en la seguridad nacional del país hoy por hoy) y respaldada por los mejores aviones estadounidenses ya están luchando por recuperar ciudades como Tikrit. Además, buscan contener así lo que en 2014 parecía una organización criminal imparable, que reclutaba a jóvenes de todo el mundo y que parecía no haber una explicación a su existencia y éxitos militares inmediatos.

Reuters

Reuters

Después del pacto antes mencionado, se puede decir que en pleno 2015 existe una nueva guerra entre Irán e Irak donde Estados Unidos ahora respalda a Teherán para contener a la amenaza que se ha desbaazificado pero que no se ha desarmado y que constituye una amenaza a la seguridad nacional de ambos países. Así, el pacto de unos no deja de ser parte de la guerra contra otros.

Paradójicamente, Al Qaeda sale ganando de este escenario, ya que dicha organización ha iniciado una competencia por liderar el denominado yihadismo mundial contra Daesh. Esto no es nada alentador para la población iraquí que, de todos los actores antes mencionados, es el gran perdedor, pues ha vivido por generaciones una serie de conflictos militares que inició con el golpe militar del mismo Hussein en 1978, seguido por la guerra con Irán a lo largo de la década de 1980, la invasión a Kuwait y el detonante de la denominada guerra del Golfo en 1990 y 1991, un régimen de sanciones que lastimó a niños y a jóvenes más que al mismo dictador a lo largo de la década de 1990, la invasión estadounidense en 2003 y ahora la lucha contra Daesh. Por lo tanto, aunque el pacto puede ser un precedente muy importante para la diplomacia regional, no deja de ser enmarcado en una serie de intereses políticos y geopolíticos internacionales donde el campo de batalla sigue siendo Irak.

 

 

MOISÉS GARDUÑO GARCÍA se especializa en temas de Cultura y Política en el Medio Oriente. Es internacionalista por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), maestro en Estudios de Asia y África por el Colegio de México y doctor cum laude por la Universidad Autónoma de Madrid. Tiene estudios de Lengua Persa en el Instituto Dehkhoda de la Universidad de Teherán y actualmente es profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Ha colaborado con el ITAM en la impartición de la asignatura del Medio Oriente. Sígalo en Twitter en @mgarduno2.

Tags:, , ,

One Response to Acuerdo nuclear: la guerra Irán-Irak al revés

  1. carolinapatricia dice:

    hola q tal alfin una mujer de presidenta

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Cargando…